El alumnado del IES Arroyo de la Miel celebra esta semana la primera edición de la Fashion Revolution Week, una iniciativa repleta de eventos, con los que se pretende concienciar a la comunidad educativa sobre las consecuencias negativas para nuestro planeta de la fast fashion o moda basura.
Desde el instituto benalmadense explican a Ole Benalmádena que “2023 es un año de gran importancia para mirar hacia atrás y evaluar cómo la industria de la moda ha (o no) cambiado desde el desastre del Rana Plaza, fábrica textil en Bangladesh, en la que murieron 1.134 personas por el derrumbe”.
Precisamente, con el fin de rememorar esta fecha, el equipo de sostenibilidad del IES Arroyo de la Miel se ha unido a la propuesta de Fashion Revolution, y ha preparado a lo largo de esta semana distintos eventos, entre los que se encuentran exposiciones, encuentros online con empresas sostenibles, debates, talleres, visionado de documentales, exposiciones y sorteos.

Esta actividad ha sido posible gracias a la implicación y esfuerzo del alumnado de 1º de Actividades Comerciales, y delegados de sostenibilidad del IES Arroyo de la Miel, junto con el trabajo de la responsable de Sostenibilidad (Programa Aldea) del centro, la profesora Julia López. Desde el instituto benalmadense están compartiendo este proyecto a través de su cuenta de Instagram: @sostenibilidadiesarroyo con el objetivo de concienciar a otros jóvenes.
La Fashion Revolution Week es un evento anual organizado por la asociación Fashion Revolution, una asociación de carácter internacional cuya filial española se llama Fashion Revolution España.
Todas estas organizaciones surgieron tras el accidente y colapso del edificio Rana Plaza en Savar, Bangladesh el 24 de abril de 2013. Dentro del edificio Rana Plaza trabajaban cosiendo y produciendo ropa más de 3000 trabajadores, la mayoría mujeres acompañadas de sus hijos en condiciones de extrema precariedad. Las trabajadoras llevaban semanas denunciando la aparición de grietas y ruidos en el edificio, pero fueron obligadas a seguir trabajando. El 24 de abril el edificio acabó colapsando, provocando 1135 muertos y más de 2500 heridos.
El suceso forzó un debate, así como suscitó varias preguntas. Una de ellas fue quiénes eran los responsables del edificio, de sus empleados, y las empresas a las que distribuían sus productos. Nadie tenía claro ni quién era el responsable principal, ni para qué marcas trabajaban.
Empresas multinacionales con marcas de primer nivel, españolas incluidas, empezaron a negar cualquier relación o responsabilidad con los hechos. Sin embargo, pronto se encontraron entre los escombros las etiquetas de muchas de estas marcas, dejando en evidencia a las empresas propietarias de las mismas.
Otra cuestión relevante que entró en el debate público fueron las condiciones de trabajo de esas personas: sueldos, horarios, seguridad laboral, seguro sanitario, conciliación familiar, entre otros, así como cuestiones relacionadas con el medio ambiente, la contaminación o los problemas de salud derivados a los productos químicos utilizados.
Así las cosas, nació una conciencia en torno a ese sistema de moda, con más temporadas que meses, que nos ofrecen las grandes marcas de moda en la actualidad y cómo todo apunta a que la fast fashion o moda rápida, no era sostenible en ninguna de las esferas y los problemas ambientales y sociales que hay detrás de ella.