sábado, mayo 24, 2025
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El golpe de calor

El calor llega antes que el verano a Benalmádena. El sol aprieta fuerte y hay que tener cuidado. ¿Cómo reacciona nuestro cuerpo cuando sufrimos un golpe de calor? Jesús Lobillo, médico y presidente del Ateneo Libre de Benalmádena, nos da todas las claves

Entendemos por “golpe de calor” una elevación inusual de la temperatura corporal resistente al control orgánico ordinario.

Nuestras funciones fisiológicas precisan de una temperatura adecuada que se sitúa alrededor de los 37 grados, y  que mantiene independientemente de las condiciones ambientales que le rodean. Para ello nuestro organismo, además de absorber el calor externo, produce su propio calor que origina en su metabolismo, es decir, en las calorías de su alimentación y en la actividad muscular que se traduce en la liberación de 0,9 a 1,02 calorías por hora, aproximadamente entre 1.200 y 1400 calorías al día, energía más que suficiente para mantener, adecuadamente recogida, la climatización de grandes eventos multitudinarios (estadios, conciertos, centros comerciales, estaciones, etc.).

Para evitar una acumulación excesiva de calor, nuestro organismo emite sudor cuya evaporación enfría la piel y nos hace perder algunos elementos importantes como los iones de cloro y sodio que hay que reponer con la ingestión de líquidos. Y en el caso de una pérdida de temperatura se activa el tono muscular y el vascular para reponer el calor perdido dando lugar a la tiritación y a la erección del pelo superficial (que aumenta la capa de aire en contacto con la piel). La sincronización de estos dos mecanismos es lo que conocemos como termorregulación cuyo centro de decisiones se encuentra en el hipotálamo cerebral a donde llegan las comunicaciones solicitando las medidas compensadoras o correctoras que propician la aclimatación.

En el caso del “golpe de calor” nos encontramos ante el episodio de mayor gravedad por exceso de acumulación de temperatura cuya elevación por encima de los 42 grados provoca una pérdida de la estabilidad de las membranas celulares aumentando su permeabilidad y dando lugar a una toxicidad celular directa que perjudica la actividad mitocondrial que son los organismos que proporcionan la energía necesaria para la respiración celular, cuya consecuencia es una falta de oxígeno local, una acidosis metabólica y deshidratación que si no andamos de prisa puede provocar un fallo multiorgánico.

El “golpe de calor” puede originarse, aunque no es frecuente, de forma activa en jóvenes sometidos a ejercicios físicos intensos con temperaturas elevadas y sin una aclimatación previa. Se aprecia por la aparición de convulsiones y alteración del nivel de conciencia con piel seca y caliente y ausencia de sudoración.

Pero el más frecuente es el “golpe de calor” clásico o pasivo que ocurre en personas mayores, habitualmente con patologías previas sometidas a tratamiento farmacológico. Aquí se observa en las primeras horas la aparición de un letargo, debilidad, náuseas, vómitos y agravamiento de las patologías previas.

En ambas formas de presentación lo más preocupante es el fallo multiorgánico que puede afectar a la musculatura (acidosis), al riñón (por hipoxia e hipotensión), sistema cardiovascular (taquicardia por aumento de la demanda), sistema nervioso central (toxicidad directa celular), digestiva (isquemia), hemática, pulmonar, endocrina y alteraciones electrolíticas (pérdida de iones).

No hay que esperar a nada de esto para saber que estamos ante un “golpe de calor”, basta con hacerse cargo de las circunstancias (exceso de temperatura, persona mayor y alteraciones de la ideación mental) para poner en marcha las medidas de un tratamiento precoz que consisten en trasladar al sospechoso a un lugar a la sombra y lo más fresco posible, retirarle la ropa excesiva e iniciar suavemente la rehidratación oral.  El resto de las medidas y sobre todo de las posibles complicaciones corresponden a la atención en un centro hospitalario.

El pronóstico, cuya mortalidad estimada se aproxima al 80%, va a depender de la temperatura alcanzada y del tiempo de exposición a la misma, por lo que estando avisados, con una actuación sin demoras la mayoría de los pacientes mayores se recuperarán de las alteraciones neurológicas iniciales sin dejar secuelas.

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