viernes, junio 13, 2025
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Laboratorios alemanes y chinos analizan si en la Cueva del Toro de Benalmádena hay arte neandertal

El análisis del ADN que se conserva en las pinturas rupestres de la Cueva del Toro podría romper los esquemas de la historia de Benalmádena si el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania) llega a asegurar que algunas de ellas fueron hechas por manos de neandertales.

Si así fuera, se vendría a sumar a los hallazgos ya confirmados y datados en otras cavidades prehistóricas de la provincia, la comarca y el país. Y esta certeza a su vez, con cada vez más pruebas absolutas diseminadas por toda España, supone una revolución del Paleolítico, puesto que hasta ahora sólo se atribuían capacidades simbólicas y artísticas al Homo sapiens -que tardaría unos 20.000 años en llegar a la península ibérica- y, por lo tanto, probarían que el Homo neanderthalensis también era capaz de trascenderse a sí mismo.

Tras más de 50 años desde su descubrimiento, el año pasado este tesoro arqueológico benalmadense logró adherirse al proyecto internacional First Art, liderado por Hipólito Collado, con el que se ansía ampliar el conocimiento de representaciones artísticas en distintos yacimientos de España y Portugal.

La cavidad del Toro -llamada así por una pintura que recuerda un bóvido acéfalo (una especie de toro sin cabeza) hallado en sus paredes, aunque en las jornadas arqueológicas de hace un año los científicos pusieron en duda que se tratara realmente de un toro-, esconde mucho más arte del que el ojo humano es capaz de detectar. Gracias a esta investigación además de fechar y desvelar su autoría, también se propiciará una catalogación pormenorizada de las pinturas y que, por primera vez, mediante a la aplicación de programas informáticos, podamos visionar motivos “fantasmas” que abren las puertas a redescubrir la Cueva del Toro de Benalmádena.

Los científicos que desarrollan el estudio han explicado a este periódico que no son las pinturas figurativas las que más han despertado su interés, sino una serie de líneas gruesas, puntos y aerografías similares a las halladas en la Cueva de Ardales, donde el mismo equipo de investigación logró probar que los neandertales habrían accedido en varias ocasiones a la cavidad para marcar “simbólicamente” esta formación estalagmítica, usando pinturas hechas a base de ocre que habrían recolectado en el exterior de esa cueva.

De hecho, aquí en Benalmádena, los geólogos que participan en First Art se han propuesto afinar en la receta del pigmento y descubrir los ingredientes que se usaron para crearlo realizando análisis dentro y fuera de la cueva del Toro. Estas pinturas están creadas con óxidos de hierro que se componen por distintos minerales y, según en qué proporción estén presentes, podrán saber su procedencia y conocer más sobre las costumbres de aquellos que los elaboraron.

Novedades en la investigación

Las pruebas de ADN -recopilado de distintas artes de la cavidad benalmadense- ya viajan hacia el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), que es puntero en su trabajo sobre el ADN mitocondrial de los neandertales, llegando a reconstruir, no sólo el ADN del neandertal, sino que encontraron vínculos entre su genoma y el del ser humano moderno, valiéndole a su investigador principal el premio Nobel de Medicina 2022.

Por otro lado, el equipo de investigadores del Instituto Politécnico de Portugal y la Universidad de Nanjing (China) ha tomado muestras de calcita para realizar la prueba de uranio-torio, que permita datar las pinturas rupestres localizadas en la cueva benalmadense. El análisis uranio-torio puede proporcionar información sobre la fecha aproximada de las pinturas rupestres al datar las delgadas capas de calcita formadas en la parte superior de la obra de arte. Al hacerlo, este análisis arroja una edad mínima y, en los casos donde la capa de soporte de calcita subyacente a la pintura sea accesible, también se puede establecer una edad máxima, por lo que se podrán fechar con fiabilidad.

Si en la Cueva del Toro se corrobora con cifras absolutas que se dan las condiciones de que son de autoría neandertal vendría a significar el cambio de paradigma en la interpretación de la pintura rupestre en nuestro municipio, ahora fijada hace poco más de 20.000 años. Los investigadores no pueden aún lanzar una hipótesis firme sobre la funcionalidad que tuvo la Cueva del Toro y que mensajes esconden sus pinturas. Faltan datos sobre los que aún deben trabajar. Todos esperamos expectantes los resultados de los laboratorios alemanes y chinos que pudieran avalar que hace 65.000 años, aquellos neandertales que visitaron o vivieron temporalmente en Benalmádena pintaron en la roca de la Cueva del Toro para comunicarse entre ellos o quizás con la eternidad. Sea cual sea el resultado, no cabe duda de que la Cueva del Toro es un tesoro arqueológico privilegiado, que permite asomarse a una prehistoria continuada y estudiar la huella del ser humano. Lástima que por su peligrosidad no pueda ser visitable y no vaya a erigirse como un nuevo filón de atracción turística, aunque pudiera ser que, si existe voluntad e inversión, todos podamos disfrutar de ella y sus tesoros artísticos en un futuro a través de las nuevas tecnologías. Un futuro esperemos que no muy lejano.

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