La Casa de la Cultura acoge hasta finales de mes una muestra de la colección El color del baile Flamenco del excepcional fotógrafo Paco Sánchez, como preludio de la próxima edición de la Semana Flamenca de Benalmádena. Paco Sánchez, periodista, editor y fotógrafo flamenco de referencia tanto en nuestro país como fuera de sus fronteras, retrata en sus instantáneas la seducción del dramatismo del cante, la expresión de las caras y la plasticidad del baile con un excepcional aliado como es el color. Atesora medio millón de fotografías llamadas a ilustrar la memoria de este arte, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y frente al objetivo de su cámara ha posado lo mejor del universo flamenco, alzándolo como el mayor retratista del arte jondo. Ha llevado la bandera de este arte andaluz por medio planeta a través de sus exposiciones, libros y trabajos en prensa escrita, una labor con la que ha acercado a miles de personas al flamenco que además de cante, baile y música, gracias a Paco Sánchez hemos aprendido que también es fotografía.

–Paco, empezó usted en el mundo de la radio allá por los 60, ¿cómo recuerda esa época en Radio Valme, germen de La Voz del Guadalquivir?
-En mitad de los años sesenta existían emisoras locales de carácter parroquial. Pertenecían a la iglesia y pretendían hacer un servicio a los pueblos, difundiendo sus noticias sociales y de entretenimiento. La información general y sobre todo política, la daba exclusivamente Radio Nacional de España. Todas las cadenas debían conectar a mediodía y por la noche. La programación era básicamente de entretenimiento. Concursos, música popular, discos dedicados, etc. Lógicamente no existían debates ni nada eso.
-¿Cómo llegó a la fotografía?
-Recuerdo que mi padre me regaló una cámara Vöitglander alemana, que tenía una óptica magnífica. Como curiosidad, un amigo de mi padre que era guardia civil nos la trajo de Ceuta. Allí eran más baratas.
-¿Recuerda cuál fue su primera fotografía flamenca?
-Perfectamente. Unos retratos del cantaor Juan Talega para la revista OIGA que se publicaba en Sevilla, dedicada a los toros y el flamenco. Desgraciadamente, extravié el negativo que guardé entre las páginas de uno de mis libros de estudio.
– He oído que tiene usted una relación especial con un Cartel de Gary Cooper… ¿Qué historia hay detrás de esta anécdota?
-Ja, ja, ja. Bueno cuando empezó mi afición a la fotografía yo buscaba revistas para aprender y no la técnica o cómo usar la cámara, sino a mirar. Quería aprender a buscar detalles, las diferencias entre fotógrafos, a mirar sombras y luces… Porque así aprende uno a tener una educación fotográfica. Y recuerdo que siendo adolescente, yo paseaba por la calle en la que estaba el cine de mi pueblo y reparé que cuando pasaba por un anuncio de una película de Gary Cooper, su mirada era permanente. Daba la vuelta y hacía el mismo recorrido y otra vez me miraba. Siempre me encontraba con su mirada. A partir de ahí, y sin darme cuenta, me aficioné al retrato. Aunque tuvo que pasar tiempo hasta que me atreví a pedir a los artistas permiso para retratarles.

-Acompañó durante años al excepcional crítico Miguel Acal, ¿cómo recuerda aquella experiencia?
-Ambos trabajábamos en una emisora de radio de Sevilla. Él conocía mi afición a la fotografía y comenzamos a colaborar en varias publicaciones. Primero de temas varios y más tarde enfocados en el flamenco.
-En sus fotografías capta instantes en los que se paraliza el tiempo, ¿cómo logra capturar ese duende flamenco con su cámara?
-Con mucho entusiasmo, dedicándole tiempo, afición, y quizás con atrevimiento… pero desde luego aprendiendo a ver la escena. Yo empecé haciendo fotos en blanco y negro. Eran dramáticas, potentes, de primeros planos. Muchos festivales con actuaciones de primeras figuras…… Hasta que descubrí el baile gracias al color.
-Dicen que ha sido el único fotógrafo que ha logrado sacar guapo a Camarón porque debido a su gesticulación, la realidad es que algunas instantáneas, digamos que le desmerecen… ¿Qué nos puede contar sobre las fotografías que realizó a este artista?
– Sinceramente, en los aquellos primeros años en que descubrí a Camarón estaba totalmente frustrado porque no conseguía ninguna buena imagen. Su puesta en escena era tan dramática; retorciéndose, gesticulando… terrible. Hasta que descubrí que él era así y debería estudiar sus actuaciones y estar atento a los momentos para congelar la imagen. Me costó trabajo, pero al final tengo una buena colección de este gran cantaor.
– Tras tantos años en el mundo de la fotografía ha pasado usted por distintas épocas -el blanco y negro, fotografías desbordantes de dramatismo, el color en el baile femenino…- ¿Con cuál serie ha disfrutado más?
-Es como si me preguntara a qué hijo quiero más. Han sido tantos momentos, tantas vivencias que he intentado sentirlas en cada momento… Disparando mi cámara, revelando negativo o papel, en las exposiciones, en la edición de mis libros. Cuando tienes como yo una edad, el camino ha sido largo.
-Si tuviera que quedarse con un cantaor, un guitarrista y un bailaor, ¿qué nombres daría?
-Eso para mí sería imposible. He fotografiado a miles de artistas. Dándole la vuelta a su pregunta, sí le puedo dar algunos nombres de artistas que me hubiera gustado fotografiar y que no me ha sido posible.
-Pues entonces, ¿con quién se quedó con las ganas?
-Pues me quedé con las ganas de hacer un retrato a Paco de Lucía, posando para mí. Lo intenté pero no lo conseguí. Eso sí, pude hacerle muchas actuando. También a artistas a los que por edad no conocí, como La Niña de los Peines, Vallejo, Marchena, Antonio Chacón, Pericón y otros grandes de su época.

-No creo que exista una administración o institución que tenga tantas fotos de artistas flamencos como usted, ¿cómo ha logrado convertirse en el mayor retratista del mundo del flamenco?
-Creo que por insistencia. Como se dice en Cádiz; “por jartible”. He de reconocer que he conseguido un cierto prestigio como retratista pero es que ha sido un parcela de la fotografía que me ha apasionado y en la que me siento muy cómodo. Conocer a personas y conectar con ellas a través de la mirada para mí es un acto especial, porque cuando retrato yo busco encontrarme con los ojos de mis personajes.
-¿Cuál es esa instantánea que guarda con especial cariño?
-Después de haber hecho más de 500.000, comprenderá que no sea capaz de contestarle. Cada una de ellas ha tenido para mí una importancia determinada.

-¿Qué le recomendaría a un fotógrafo que quiera introducirse en la fotografía flamenca?
– Lo imprescindible es sentir una atracción por esa música. Yo nunca hice fotos de fútbol porque no tengo afición. A partir de que se vea actuaciones o espectáculos de este género, lo que hay que hacer es aplicar tus conocimientos a este tema. Hay que aprender fotografía, la técnica y aplicar tus conocimientos y tus actitudes. Es fundamental hacer muchas fotografías. Ahora es barato gracias al digital. Cuando yo empecé, lo primero que hacías es calcular los costos de negativos, revelador, positivado, diapositivas, etc. Hay que hacer muchas fotos y buscar tu propio estilo.
-La exposición de sus obras que acoge estos días la Casa de la Cultura de Benalmádena son parte de El Color en el baile flamenco, ¿qué van a encontrar quienes la visiten?
-Esta exposición pertenece a mi encuentro con el baile, especialmente de mujer y el uso del color. La mayoría está realizada con diapositivas y otras más recientes son digitales. Muchas de ellas buscando el detalle: manos, pies, mantones… Centrando en definitiva la mirada en una parte del cuerpo.
-Actualmente, ¿tiene algún proyecto en mente?
-Pues, intentar mover las 8 o 10 exposiciones de que las dispongo, porque después de la época de la pandemia y la falta de actividades estos casi dos años ha sido terrible. También me gustaría encontrar patrocinadores para acometer una nueva colección de mis Bailaoras, que realicé hace unos 10 años.