miércoles, octubre 16, 2024
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El primer español asesinado en el campo de concentración de Mauthausen era de la Costa del Sol

La Casa de la Cultura acoge hasta el próximo 25 de febrero la exposición Imágenes y memoria de Mauthausen, auspiciada por el Ministerio de Interior de Austria, la Amicale de Mauthausen de Francia y la Amical de Mauthausen de España, con la colaboración del Comité Internacional de Mauthausen, cuyo objetivo es dar a conocer las instantáneas que documentan la realidad de este campo de concentración y de algún campo exterior, para mantener viva la memoria de los miles de deportados a los campos del Tercer Reich.

Su comisario, José Manuel Portero, también autor de Nazis en la Costa del Sol, ofrece a Ole Benalmádena una entrevista en la que nos revela datos muy interesantes que entendemos que pueden erigirse como complemento a la visita a esta notable muestra, con la que tenemos la oportunidad de contar en Benalmádena hasta el próximo mes de febrero.

Mauthausen era una pequeña población próxima a la ciudad austriaca de Linz, al nordeste del país. La comarca posee importantes canteras de granito, razón por la cual las autoridades nazis decidieron establecer estos campos de trabajo y exterminio en ese lugar. Los prisioneros-esclavos, con medios muy rudimentarios, sin utilización de maquinarias, y en condiciones de vida miserables, debían extraer y tallar los bloques de piedra destinados a la construcción.

Eran obligados a trabajar hasta su muerte por extenuación, cuando no, por las torturas o maltrato físico y psíquico. Los prisioneros no aptos para tan duros trabajos (ancianos, niños, embarazadas, bebés, enfermos, minusválidos…), eran directamente asesinados en las cámaras de gas, entre otros medios de exterminio.

Además, en Mauthausen y en otros campos, fueron asesinados un considerable número de personas por el simple hecho de pertenecer a una etnia determinada, como judíos, eslavos o gitanos, especialmente los primeros (asesinaron a más de seis millones de judíos).

-¿Para qué crearon los nazis los campos de concentración y cuáles eran sus categorías?

-Había varias categorías. Una era para los presos menos peligrosos y que, según pensaban, podrían ser rehabilitados. Otra intermedia y una tercera e incluso cuarta que era para los que pensaban irrecuperables y estaban destinados a la extinción.

La política fue cambiando en los campos según se fue desarrollando la guerra. Hubo momentos en los que los campos de exterminio no daban abasto y asesinaban a los prisioneros fusilándolos e incluso los ahogaban.

Con el nombre genérico de Mauthausen se denominan una serie de campos de concentración de prisioneros creados en la Alemania nazi por el régimen de Hitler, si bien, no todos fueron propiamente de «concentración»». El sistema de campos, como te comentaba, incluía además de éstos, los de tránsito, los de prisioneros de guerra y los de exterminio, en que acabaron convirtiéndose muchos de ellos.

-¿En qué condiciones viajaban los presos a los campos? pues muchos de ellos morían durante el trayecto…

-Viajaban desde donde eran apresados a los campos en condiciones miserables. Les metían en vagones de tren destinados al transporte animal. Estaban totalmente cerrados con una pequeña raja para respirar y estaban masificados. En las zonas, por ejemplo, destinadas para hacer las necesidades fisiológicas iban niños, bebés, personas mayores… Viajaban sin agua para poder beber y solo en algunas estaciones regaban los vagones con mangueras de agua sobre las rendijas… Un viaje de horas podía durar días en condiciones deplorables, que en función de dónde provenían los prisioneros, tenían que soportar horas y horas de un calor sofocante o por el contrario, de un frío inhumano. Muchos no llegaban vivos al campo de concentración al que estaban destinados.

-¿Había jerarquía en los campos entre los presos?

-Claro que sí. Les asignaban unos triángulos y, según el color, eran catalogados como homosexuales, esclavos, presos comunes… A partir de 1940, en el que ya había llegado la primera remesa de españoles, -que por cierto fueron los que ayudaron a construir Mauthausen- los nazis preguntaron a Franco qué hacían con los españoles y en qué categoría los ponían…

– Entonces, ¿acordó Franco con Hitler el encierro de los republicanos apresados en los campos de concentración?

-Sí. De hecho, como te comentaba, los nazis preguntaron. Y la respuesta fue desde España que se desentendían de ellos. En cuanto a la categoría, como no les apresaban en España sino normalmente en Francia, les ponían S de ciudadanos españoles, pero con el triángulo relativo a la categoría de enemigos del Estado. En el año 40 o quizás en el 41, hay una serie de telegramas entre los nazis y Franco preguntando qué hacían con los españoles. Incluso preguntaron si devolvían a alguno de los presos en los que estuviera el régimen de Franco interesado… ya te puedes imaginar de donde venía el interés porque volvieran a nuestro país –uno de ellos fue por ejemplo el  expresidente de la Generalitat y otros cargos políticos importantes- y que hacían con los demás. Finalmente, España les indicó literalmente que los dejasen morir a su suerte.  

-¿Cuántos españoles llegaron a Mauthausen?, ¿hay datos sobre los andaluces y concretamente, malagueños?

-Fueron unos 7.500 aproximadamente… es difícil dar citar exactas. Al principio los alemanes tenían todo anotado (ingresos, asesinatos, muertes naturales –según ellos, aquellos que asesinaban por agotamiento, hambre o se arrojaban a las alambradas electrificadas-). Pero cuando se dan cuenta de que la victoria alemana es difícil, Himmler da instrucciones de destruir las pruebas de todo lo que se había hecho en los campos. Incluso inventa un comando especial para que restase los cadáveres que estaban en fosas comunes poco profundas para quemarlos o enterrarlos más hondo y plantar árboles sobre ellos para dificultar que los encontrasen. En definitiva, para ocultar pruebas.

Los jerarcas del Reich dieron órdenes a los jefes de los distintos campos para que hicieran desaparecer los libros de registro y otras pruebas donde se recogían las identidades de los prisioneros y las causas de su fallecimiento. Por este motivo, las cifras exactas de asesinados en los campos no se conocen con exactitud. Solo al comienzo del último año de funcionamiento de Mauthausen, (enero de 1945), había en el campo unos 85.000 prisioneros. El número de víctimas totales del complejo de Mauthausen se estima entre los 150.000 y 300.000 muertos.

Los registros no están completos y se ha ido descubriendo como la cifra va en aumento.  En 1960 se intenta legalizar la asociación de memoria de Mauthausen y el régimen de Franco lo prohíbe pues cómo iban a dar el visto bueno a que se hiciera público este horror que se había realizado con consentimiento del régimen…

En cuanto a los andaluces fueron unos 1.500, y unos 220 eran de Málaga, de los que allí fueron asesinados aproximadamente 160. Los españoles supieron organizarse bien en Mauthausen y fueron un referente para las otras comunidades de prisiones de otras nacionalidades.

-En su libro Nazis en la Costa del Sol, además de ofrecer un listado de los prófugos que huyeron a nuestros municipios costaleños, también pone el acento en las víctimas que fueron asesinadas en Mauthausen y campos anexos…

-En el período democrático, con los gobiernos socialistas, se hizo por primera vez un proceso de recuperación de la memoria histórica. Con los datos que van aportando las distintas organizaciones se va haciendo una base de datos con todos los españoles que estuvieron presos y/o fueron asesinados en los campos de concentración.

En cuanto al lugar de nacimiento no es fácil de dar un dato exacto. Cuando los apresaban, los registros los hacían sobre todo polacos y alemanes. Preguntaban al prisionero de dónde provenía y muchos no decían la ciudad o pueblo concreto, sino que decían Málaga simplemente.

El tema de los españoles en los campos nazis fue dramático. Primero lucharon contra el franquismo, los republicanos fueron derrotados y muchos huyeron hacia el levante. Según iba avanzando el ejército de Franco hacía el norte, se iban arrinconando hacia Francia. Antes de que finalizara la guerra, se produce un éxodo de españoles y, muchos de ellos andando, pasan los Pirineos y se van al sur de Francia, entre éstos iban numerosos andaluces.

Después, en una guerra relámpago, Alemania se apodera de Francia y, los españoles huidos se encuentran otra vez obligados a luchar, pero esta vez con el ejército francés contra los alemanes. 

Hay un caso que llama la atención. Había una familia oriunda de Málaga. Concretamente el padre se llamaba José Marfil Escalona, al que acompañaba su hijo.  Fue detenido en Francia y fue llevado a Mauthausen. El primer español asesinado allí fue él. Murió de hambre, de agotamiento… Con este hombre se produce un hecho que no vuelve a repetirse. Cuando murió, sus compañeros le piden al jefe del campo –que por la documentación existente era un hombre de lo más horrible que uno se pueda imaginar- hacerle un homenaje.

Al terminar la larga jornada de trabajo –hablamos de incluso más de 18 horas de trabajo en unas condiciones inhumanas- cuando estaban pasando revista, un oficial del ejército republicano manda a los españoles formar y quitarse el gorro… imagínate en qué condiciones estaban. Les da una pequeña arenga y les dice que “como españoles tienen que demostrar todo lo que son” y rendir homenaje a este compañero asesinado por agotamiento y hambre, José Marfil.

-¿Cómo era el día de un preso en Mauthausen?

-Su día a día era de lo más horrible. Se levantaban a las 4.30 o 5 de la madrugada. Tenían que salir corriendo, y para hacer sus necesidades disponían de unas letrinas abiertas –un agujero en el suelo- en sus mismos barracones, en los que dormían hacinados. Las literas, en hileras, estaban diseñadas para una persona y dormían cuatro o cinco. Con techos que eran de lata o uralita, pasaban mucho frío… Cuando formaban, lo primero que hacían era ver cuantos habían muerto esa noche de hambre, frío, agotamiento, enfermedades… o si alguno se había suicidado tirándose a las alambradas electrificadas, pues huir de allí era imposible.  

De hecho, después cambiaron las vallas electrificadas por un muro de contención que hicieron los españoles con trabajos infrahumanos, llevando bloques de gratino en las manos o en una mochila improvisada de mala forma. A veces caían, otras se derrumbaban por el cansancio o incluso a veces, se tiraban ellos mismos porque no podían más…

Como te decía, después de pasar revista, empezaban a trabajar. La comida que tenían era un sopicaldo y si había algún castigo consistía en dejarlos horas y horas al raso con las temperaturas de Centro Europa, donde bajan a más de cero grados durante la mayor parte del año, con nieves, lluvia… obviamente sin zapatos adecuados –una especie de chanclas de madera-, con un mono de tela como única ropa… Si caían enfermos, ir a la enfermería era enfrentarte a la posibilidad de encontrarte con algún médico sádico…

-De hecho, en su libro también hace referencia precisamente a Aribert Heim, conocido como El Doctor Muerte…

-Los españoles le apodaban El Banderillero, por la fiesta nacional, obviamente. También le llamaban El Carnicero y el Doctor Muerte. Lo de El Banderillero concretamente, era porque éste y otros médicos nazis de nombres impronunciables, tenían la sádica costumbre de inyectar a los presos en el corazón gasolina para ver la reacción del cuerpo humano… Ésta era solo una de las tantas prácticas horribles de experimentación que llevaban a cabo. Por ponerte un ejemplo, hubo un español que tenía unas facciones perfectas y lo que hizo uno de estos médicos fue cortarle la cabeza, vaciarla y hacerse con su cráneo un pisapapeles. Esa era otra sádica costumbre que había entre las SS, el pedirle a los médicos que les hicieran bolsos, libros, entre otros, forrados con piel humana.

-Se habla del horror de las cámaras de gas, de los fusilamientos pero el hambre, los castigos y el agotamiento por los trabajos forzados también llevó a la muerte a miles de personas… Un trabajo con mano de obra esclava que reportaba grandes beneficios económicos a los nazis…

-Muchísimos. Para que haya producción industrial se requiere mano de obra además de fábricas. Los alemanes dejan de trabajar y son sustituidos por prisioneros, pero en unas condiciones de esclavitud completamente. La media de vida de un prisionero en un campo de trabajo era de cuatro a seis meses si eran menores de 40 años porque si eran mayores no podían aguantar tanto. Solo sobrevivían los jóvenes. Los nazis alegaban “la salvación por el trabajo”, pero se referían a salvarse ellos porque los prisioneros morían uno detrás de otro debido a las condiciones infrahumanas que soportaban. Muchas fábricas alemanas se ubicaban cerca de los campos porque así rendían más.

El trabajo en los campos de concentración y exterminio no se reducía solamente al propio de la cantera. Se extendía, además, a la fabricación de productos químicos, la producción de armas, de piezas y ensamblaje de carros de combate o aviones, por ejemplo.

-En la actualidad, quizás hay personas que conocen los campos de concentración por el cine y/o la literatura, ¿cree usted que estos géneros le han hecho justicia a lo que pasó?

-No, en absoluto. Se mezcla fantasía con hechos reales. Respecto a los alemanes rasos, muchos estaban obligados a formar parte porque si no, estaban señalados. No todos los soldados de guerra alemanes eran criminales de guerra, pues eran iguales que los que luchaban en el otro bando. Ahora, el caso de los altos mandos nazis que negaban el holocausto y lo que hicieron en los campos de concentración es otro tema. No pueden negar lo que realmente hicieron. Quemar cuerpos humanos produce un olor insoportable y hacerlo en cadena, como en una fábrica, ya te puedes imaginar… las poblaciones próximas por el olor sabían lo que estaban pasando.

-¿Cómo han llegado hasta nuestros días fotografías como las que componen esta exposición?

-Según se van liberando zonas, el ejército se encuentra con barracones enteros de cadáveres que no ha dado tiempo a enterrar o a quemar, otros en zancas poco profundas, que en cuanto llovía quedaban al descubierto, otras veces los gaseaban en los propios automóviles en los que los trasladaban de un campo a otro… Los rusos y los americanos iban haciendo fotografías de todo lo que veían, como resulta usual en los ejércitos, pero también hubo una aportación muy importante por parte de los españoles en Mauthausen.

Los alemanes con motivo de esa fidelidad de dejar todo registrado, mediante fotografías también llevaban un registro de las muertes y de otros horrores. Y en ese laboratorio fotográfico en el campo de concentración intervienen varios españoles. En el año 44, cuando los alemanes ven el fin cerca, ordenan que se destruyan todos los negativos. Estos españoles tienen el enorme arrojo de esconder todos los negativos que pudieron…  El problema estaba en que en cualquier momento podían descubrirlos en una revisión rutinaria por parte de los alemanes y tuvieron que idear cómo sacar los negativos del campo.

Había un comando denominado Poschachers que estaba compuesto por hijos de republicanos, de entre 13 a 16 años, que no eran considerados como políticamente peligrosos por los alemanes. Los Poschachers salían por unas horas al día a trabajar a la cantera del mismo nombre, muy cerca del pueblo, y ellos llevaban escondidos los negativos robados. Estos chicos tuvieron un papel fundamental para que ahora podamos ver estas fotografías. Eran varios, pero de Andalucía por ejemplo había un joven de Almería, Jacinto Cortés, quien conoce a una mujer austriaca, Ana Poitner, que era contraria al nazismo, y que les ayudaba dándoles comida. Es a esta mujer a la que va entregando los negativos y ella los esconde en su jardín bajo unas piedras. Cuando termina la guerra salen a la luz y gracias a estos negativos se pudo poner cargos a muchos nazis asesinos como prueba de los horrores que cometieron en los campos de concentración y que ellos negaban.

-A los judíos no les agrada la denominación de holocausto…

-No. Es una palabra que se asignó al principio para designar a los judíos asesinados. No les gusta porque la palabra holocausto significa sacrifico y ellos no lo entendían como tal… ellos lo llaman una Shoah, un grito desesperado, una tragedia, una catástrofe. El pueblo judío sufrió el asesinato y la tortura de casi 6 millones de personas… Hombres, mujeres, personas mayores, niños, bebés…

-Hay quien se queja de que los campos de concentración se han convertido en una atracción turística, ¿qué piensa usted al respecto?

-Me parece muy bien que se puedan visitar. A todo aquel que lo visita le queda un recuerdo espeluznante de ellos. Vuelven sobrecogidos de horror. Visitarlos puede ser un golpe en la conciencia de lo que ocurrió y no debe volver a ocurrir. La finalidad de visitarlos es que se vea el horror de lo que ocurrió hace muy poco tiempo, hablamos de solo 70 años, y que no puede volver a ocurrir. Este es el objetivo de la exposición que se puede visitar en la Casa de la Cultura, que veamos lo que pasó para que no ocurra de nuevo jamás…

-Quizás por esa razón esta exposición resulta una gran oportunidad para los estudiantes de los institutos de Benalmádena…

-Es que ya no es solo que los estudiantes de institutos la visiten por curiosidad sino que van a hacerlo acompañados de un profesor que, antes o después de ver la exposición, ha trabajado en clase precisamente los valores que intenta difundir la muestra. Máxime cuando en los últimos tiempos, desgraciadamente, hay corrientes que favorecen este tipo de odios.

-¿Hemos logrado aprender de la historia?

-Como todo en la vida, las cosas van a depender de cómo y de quién te las enseñe. Aquí en España el régimen de Franco era propulsor de los nazis ya no solo en la época de guerra sino que en nuestro país la postguerra fue muy larga. La asociación Amical de Mauthausen de España no pudo legalizarse hasta 1973 y además el régimen dio respaldo a muchos nazis huidos, no solo aquí en la Costa del Sol sino en distintos puntos del país. Este amparo por parte del franquismo ha dado pie a que muchos ideólogos del nazismo mientras han vivido años y años en España hayan difundido con total libertad el neonazimo y sus ideales, y eso ha hecho mucho daño en España.

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