El cineclub Más Madera ha organizado este viernes 31 de marzo a las 20.00 horas en la Casa de la Cultura, un nuevo cinefórum en el que se proyectará el documental La guerra más larga, dirigido por Jorge Rivera y escrito por Jaime Noguera, con un posterior debate en el que además de sus creadores, estará presente la cónsul de Dinamarca.
La película recoge uno de los episodios más curiosos de la historia contemporánea europea: la guerra de más de 172 años entre la pequeña localidad granadina de Huéscar y el reino de Dinamarca, que finalmente se saldó con una gran fiesta en la que para firmar la paz no faltó el vino (tinto y blanco) y en la que, como podrán leer a continuación, Benalmádena tuvo un papel protagonista. Fue el conflicto bélico más asombroso, surrealista e incruento de la historia española, que duró casi dos siglos… sin que nadie lo supiera.
En Ole Benalmádena entrevistamos a su director, Jorge Rivera, y a su guionista, Jaime Noguera, que nos despejan todas las dudas sobre este testimonio histórico de la evolución de nuestro país, sus relaciones dentro de la Unión Europea y del humor, tan necesario en ocasiones para quitar hierro a las tragedias del pasado. Y es que, en este caso, como dice el presidente del cineclub Más Madera, Enrique Garrido: “Fue la guerra más larga, pero no se derramó ni una gota de sangre, sólo vino”, mucho vino (añadiría yo).
-¿Cómo conocisteis la historia de la guerra de 172 años entre el municipio de Granada, Huéscar, y Dinamarca?
JN: Me topé con la gesta del pueblo de Huéscar cuando escribía para el blog Strambotic, que hace años era tremendamente popular y estaba alojado en Público. Escribí un artículo y, cómo no, viralizó. Desde el principio tuve claro que la historia merecía ser contada en formato audiovisual.
JR: Yo llevaba un festival de cine en Dinamarca, e invité a Jaime a presentar uno de sus libros. Allí me preguntó si había un museo de la guerra hispano-danesa, y al ver mi cara de asombro me contó la historia. Me reí muchísimo, y quedamos en que si yo me volvía a España, haríamos un documental sobre esta fantástica historia.
-¿Qué fue lo que os impulsó a crear el documental?
JR: Que este suceso lo tiene todo: historia, drama, comedia… y desde luego, la posibilidad de trabajar juntos tras haberlo intentado varias veces sin suerte.
JN: Siempre me han interesado las historias que unen a pueblos distintos. Tantos kilómetros (físicos y mentales) entre nuestros dos pueblos, y una historia tan simpática y original que nos unía…Merecía la pena embarcarse en la travesía que supone sacar para adelante y proyecto audiovisual de este calado. Al lado de Jorge, más.
-A pesar de ser un documental histórico, está muy presente el humor…
JR: Sí, desde el principio teníamos muy claro que queríamos hacer un documental muy serio y documentado, con invitados relevantes (ministros, directores/as de patrimonio y museos…), pero en el que el público se pudiera reír todo el rato. En mi caso, me encanta ver que la gente se ha reído en España y Dinamarca, y sobre todo los jóvenes, que normalmente no ven documentales de historia porque les parecen pesados. Aquí contamos mil anécdotas, y el público se ríe sin parar.
JN: Sus protagonistas originales tuvieron toda la retranca a la hora de organizar la firma de la paz entre Huéscar y Dinamarca. Otros hubiesen preferido enterrar esta historia, simplemente por miedo a la burla o al “qué dirán”. En aras de respetar el espíritu de sus promotores, decidimos afrontar el rodaje abiertos a sufrir un aneurisma por las risas. Por suerte, salimos vivos de la experiencia, aunque con la mandíbula algo desencajada.
-Fue un conflicto desconocido por las partes implicadas durante años y años, ¿quién descubrió que el pequeño pueblo granadino estaba en guerra?
JN: Vicente González Barberán, promotor cultural, estudioso y casi figura renacentista, fue el que descubrió en los archivos municipales el documento original de la declaración de guerra. El hallazgo saltó a los medios locales y llegó a oídos de un corresponsal de la televisión danesa que le dio cobertura informativa en su país. Por cierto, Barberán ha fallecido recientemente, así que la proyección de este documental supone además una oportunidad única para descubrir la impronta que dejó González Barberán en la historia de Granada.
-Curiosamente las negociaciones de ingreso de España en la OTAN o la Unión Europea fue el detonante para poner fin al conflicto…
JN: Hay algo de mitología o de exageración respecto a este episodio en concreto de la historia de la forja de la Paz de Huéscar. Se dice, se cuenta, que en la delegación española que participada en las negociaciones de adhesión había un miembro que, o era de Huéscar, o tenía un familiar allí y lo comentó en algún corrillo. Una guerra que existió solo sobre el papel no hubiese afectado a la entrada de España en la OTAN.
-Aquella firma de paz entre el pueblo andaluz y el Estado danés en 1981 se convirtió en una suerte de promoción turística para Huéscar, que saltó a los titulares internacionales de la época… Creo que eran unos 7000 vecinos… ¿qué os contaron en las entrevistas para la elaboración del documental?, ¿entrevistasteis a algún implicado danés?
JR: Nos contaron tantas cosas, que darían para tres documentales más… y algunas que no se pueden publicar… (risas). Lo mejor de todo es el encuentro entre las dos culturas, ya sean turistas, políticos, profesores o alumnos. Que gente tan diferente pueda encontrarse alrededor de la comida, la bebida, la fiesta y la cultura es genial.
JN: Creo que el entonces alcalde de Huéscar, José Pablo Serrano Carrasco, y su equipo de gobierno estuvieron muy finos y operaron con inteligencia. Aprovecharon algo único que tenían, un viejo legajo sin valor, para construir un vínculo especial con un país europeo avanzado y progresista. Esto, cuando España andaba en los pañales de la democracia.
-Cuando llegaron los daneses residentes en la Costa del Sol a aquella denominada Fiesta de la amistad, ¿cómo los recibieron los granadinos?
JR: Fue una fiesta, una bacanal de cientos de personas, vikingos y oscenses con litros de vino y gritos de “viva la paz”. Un “Bienvenido Mr. Marshall” a la andaluza. Nos cuentan que a muchos daneses les costó trabajo subirse al autobús de vuelta de tanto vino “picoso” que recibieron de los oscenses.
JN: Es que el Ayuntamiento colocó dos enormes tinajas de vino, uno tinto y otro blanco, en la plaza del pueblo. Entre que aquello era gratis (vino gratis, los daneses fliparon) y que el sistema para beberlo era a través de unos tubos, aplicando la teoría de los vasos comunicantes, a los que los daneses no estaban muy acostumbrados, la exuberancia del moyate segureño hizo estragos entre las tropas invasoras. Hay que recordar que los daneses llegaron en autobuses ataviados con cascos con cuernos, escudos y espadas de madera. Normal, hincaron el codo como verdaderos vikingos.
-Jorge, creo que tú has vivido muchos años en Dinamarca, ¿son realmente los ‘latinos del Norte’?
JR: Sí, ¡quince años! Los daneses son muy diferentes en el largo invierno y en el verano. Cuando sale el sol se hacen más mediterráneos. Quedan en los parques, hacen botellones en el puerto, salen pronto del trabajo para “hacer gestiones”… pero diría que de ahí a ser latinos de verdad, les queda trabajo.
-¿Qué recorrido ha tenido el documental desde su presentación?
JR: Hemos estado en algunos cines de España, y seguiremos durante este año con pases-evento. Estuvimos seleccionados en el Festival de Cine de Gibara (Cuba) y también hemos hecho varios pases en Dinamarca, donde tuvimos la oportunidad de ir con la corporación municipal de Huéscar a reavivar la hermandad con la ciudad de Kolding, con la que están hermanada por una anécdota que contamos en el documental. Y prometemos novedades interesantes para este año…
-Me imagino que habréis contado con algún apoyo para sacar para adelante el documental?
JN– Sí, el Ayuntamiento danés de Kolding nos dio la mayor cantidad de dinero. Tuvieron que ser daneses… Por el lado español apoyaron el proyecto Turismo Andaluz, el Ayuntamiento de Huéscar y la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental. Todas estas instituciones aparecen en toda nuestra publicidad, carteles, redes sociales, y en los créditos de la película cada vez que se pone en algún cine. Y próximamente, cuando se proyecte en televisiones.
JR. Las Embajadas de España y Dinamarca también nos han apoyado para las labores de promoción en ambos países. Son importantes como puentes para hacer llegar proyectos bilaterales como nuestro documental.
-¿Por qué se proyecta en Benalmádena?
JN– Invitamos a miembros del Cineclub Más Madera a una proyección que hicimos el año pasado en el Cine Albéniz de Málaga y les gustó el documental. En Benalmádena, curiosamente, hay unos cuantos naturales de Huéscar, y una importante comunidad de residentes daneses, así que se nos ocurrió que sería interesante exhibirlo en la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel. De hecho, Benalmádena tiene un “cameo” en el documental.
-¿Cómo es eso?
JR– El líder de la “expedición danesa” de 1981 a Huéscar reside en Benalmádena. Por eso rodamos allí y en Mijas, donde los daneses tienen un centro comunitario.
JN– También aparecen, por diversas razones, varios benalmadenses en los agradecimientos, como Juan Olea Zurita, José Prados Castro o el actor Alberto González.
-Jaime, para ti imagino que supondrá algo especial que se proyecte el documental en la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel, donde has organizado veintiuna ediciones del festival de cine.
–JN– Como se dice ahora, “clara-mente”. Aunque previamente alguna vez se han proyectado los cortos que hice junto a José Ramón Martínez, o mi documental ‘El puente de los alemanes’ es la primera vez que proyectan un largometraje que he escrito y producido. Como dijo alguien, esto “me llena de orgullo y satisfacción”. Espero que no sea la última vez.
-Fuera de los temas históricos, ¿podríais compartir alguna anécdota que se os haya quedado fuera del documental?
JR: Uf, hay muchas… sobre todo la huida de los soldados españoles de Dinamarca, cómo se creó un complot y una operación para evacuar a 9.000 tropas en barco sin que se enterasen los daneses ni los franceses… esto daría para otra película.
JN– Lo que se quedó fuera fueron imágenes de un programa de TVE que encontramos. En él había una escena propia de ‘To er mundo es güeno’ de Summers en la que un hombre esperaba en la plaza del pueblo a los daneses con un fajo de billetes en la mano. Cuando un reportero le preguntaba el motivo, el lugareño, con una boina calzada hasta las orejas, le respondía socarrón: “Es para que vean en el extranjero que en Huéscar tenemos dinero”. Impagable, en el sentido de lo descacharrante del momento, y en el económico. TVE nos pedía una cantidad por los derechos que no pudimos satisfacer, así que se quedó fuera de la película.