Sergio García Gutiérrez, especialista en psicología infantil
Escribo este artículo para animar a esos padres que se descontrolan con sus hijos, ante situaciones de conflicto… Vamos, como me dijo una madre «mi hijo me saca de quicio y, claro, después me siento fatal, es que no sé qué hacer para controlarme»
Es evidente que cuando nosotros (padres) desarrollemos el autocontrol, será totalmente posible educar a los hijos con disciplina, por medio del reconocimiento de las emociones personales.
Es posible que perdamos la paciencia ante las rabietas de los hijos, sin embargo, actuando de esta forma intensa tendremos más riesgos de cometer errores.
En ocasiones, el premio se ofrece como medida de control, por ejemplo, “si te tranquilizas, te compro un…”. Recordad que la indisciplina no se negocia y mucho menos se premia, entonces probablemente nos estemos equivocando “un poco”.
Por su parte, el castigo tiende a ser injusto y muchas veces desmedido, por eso podría provocar una reacción más intensa por parte del niño.
Para evitar que ciertas situaciones se salgan de control, las medidas deben ser «preventivas». Un niño no debería perder los estribos con facilidad, pero si fuera el caso, es conveniente trabajar en el autocontrol desde el principio. Hoy en día, hay múltiples estrategias que favorecen la disciplina por medio del reconocimiento y la reflexión.
A veces, actuamos de manera impulsiva solo para salir de la crisis del momento, pero es posible que esta falta de autocontrol se la estemos trasmitiendo al niño. Tened claro que una de las principales medidas para desarrollar el autocontrol en nuestros hijos, es autocontrolarnos nosotros mismos, pues los niños toman el ejemplo de sus padres en todas sus facetas.
Como adultos, “se supone” que conocemos muchas herramientas para frenar nuestros impulsos y, así, poder actuar según las normas. Esto es algo que los niños van aprendiendo también con el tiempo. Sin embargo, algunos pequeños son más impulsivos que otros, por lo cual necesitan desarrollar con mayor premura el autocontrol.
La disciplina, en gran medida, se logra por la capacidad que todos tenemos para controlar nuestros impulsos. Saber que existen normas, y poder cumplirlas, es un hecho que se deriva de una constante necesidad de autocontrolarnos.
Es otro hecho que, poco a poco se va eliminando la estrategia del premio y el castigo. Pero esto, solo lo logran quienes tienen verdadero interés en ello, ya que es mucho más fácil castigar a un niño que educar su conducta, por medio de medidas concretas y constantes.
En ocasiones, los niños no son puestos al tanto de los motivos de una prohibición, solo se les pide que no lo hagan. Otras veces, le pedimos que controle sus impulsos, solo “porque yo lo digo”, algo que definitivamente funciona, pero que no es permanente, porque a medida que su intelecto y capacidad de razonamiento se desarrolla, pronto también comenzará a desafiar las directrices de sus padres.
No obstante, si desarrollamos el autocontrol desde las emociones y el respeto, posiblemente el razonamiento del niño termine dándole indicios de cómo debe continuar su actitud. No tengo dudas de que las pautas para mejorar los resultados, pueden y deben ir orientadas a…
-Establecer límites. Es muy importante que los niños estén educados para cumplir con los límites preestablecidos, por eso se recomienda que los informemos con anticipación de aquello que está permitido y lo que no. Esto nos ayudará a corregirlos cuando sea necesario, pues sabrá que es incorrecta su actitud.
-Fijar horarios. Cumplir horarios y seguir rutinas contribuye a mejorar la convivencia, una vez que los niños se acostumbren a realizar las mismas actividades en el horario establecido, será más sencillo mantener la disciplina. También, se evitará que “armen berrinches” motivados por cambios de planes o por alguna negativa, pues conocerán perfectamente las normas.
-Dar ejemplo. Esto suele ser algo complicado, ya que para fomentar el autocontrol es muy importante que demos el mejor ejemplo a nuestros hijos, ellos aprenden mucho de la conducta de sus padres, por eso conviene comenzar a controlar nuestros impulsos para beneficio de la familia
-Comprender las emociones. Muchas veces, las rabietas de los niños indican que está expresando una emoción quizá justificada, por eso es preciso observar con cuidado e intentar comprender sus sentimientos. Darles “espacio” para que reflexionen y consigan la calma, a veces conviene más que cualquier intervención
-Aplicar estrategias. Para educar a los niños existen diversas estrategias especialmente diseñadas para ellos, podemos utilizar los cuentos con moralejas sobre el autocontrol y juegos que impliquen esperar para ganar. El juego es un elemento clave de la educación en los niños, es por ello que no debe faltar en la casa si queremos que una enseñanza perdure.
Todo esto lo digo porque no merece la pena sentirnos malos padres, por el hecho de no saber controlarnos cuando nos exponemos a situaciones de conflicto con nuestros hijos, y es justamente “en esos momentos” cuando nos tenemos que autocontrolar para, así, sentirnos fuertes como padres.