Aniel Dominic participa en la muestra TransArte con su colección Ilaroj, que significa “engranajes” en esperanto; una colección de ilustraciones que se desarrolla dentro y fuera de animales, en una simbiosis anti-natura con ellos. Tener un trastorno con tics, el de Tourette, no le impide dar rienda suelta a su pasión en la que ha encontrado, en su búsqueda de la perfección, línea a línea, un lugar seguro en el que su mente se siente a salvo
-Aniel, ¿qué has querido transmitir con tu propuesta expositiva en TransArte?
-La colección se titula Ilaroj, que significa “engranajes” en esperanto. El esperanto es un idioma artificial, creado con la específica misión de ser universal. Mi colección de engranajes es artificial porque se desarrollan dentro y fuera de animales, en una simbiosis anti-natura con ellos. Con dicha idea en mente empecé a dibujar esta colección de ilustraciones, aunando varias de mis pasiones: la ilustración zoológica, la tecnología analógica y el grabado, todo ello en un medio digital con técnicas tradicionales, línea a línea, para calmar mi mente tourettica en un bucle donde se siente a salvo.
-En tus obras destaca la perfección en el trazo… es como sumergirse en un mundo hiperrealista, pero con la magia del imaginario… de personajes fantásticos, que te hipnotizan… o por lo menos eso me ha pasado a mí, que no he podido apartar los ojos de ellos…
-Me encanta trabajar en una obra durante horas y días, dedicarme a ella trazo a trazo. A veces retuerzo la complejidad a conciencia, y hasta protesto con la boca pequeña y me digo que igual esta vez me he pasado. Pero en la complejidad, en la perfección es donde me concentro y me siento libre.
-Es muy llamativo como humanizas a los animales que retratas… ¿de dónde te llega la inspiración?
-Generalmente parto de una idea o de algún animal o planta que tenga ganas de dibujar. Luego me pongo a investigar, a buscar referencias fotográficas y es entonces donde suele venir la improvisación. ¿Y si mezclo esto con esto? ¿O con aquello? ¿Y si ahora le pongo engranajes aquí o allá? (me encanta dibujar engranajes, tuberías, cables… son muy orgánicos dentro de su mecanicismo).
-Cada una de tus ilustraciones parece llevar implícito un mensaje, que quizás varíe en función de quién la observe, pero que es mucho más que el conjunto de cada trazo, de cada línea que conforma el dibujo…
-Sí, la mayoría de mis ilustraciones llevan una idea o un mensaje detrás, y el mero placer de dibujar, de plantearme el proyecto y vivirlo. Después, que cada persona pueda encontrar en ellas su propia historia es algo que me parece muy satisfactorio. Las ilustraciones están para eso, para acompañar una historia, sea mía o de quien visualiza la obra.
-En tus obras la ausencia de color es una constante, pero me ha llamado la atención que en aquellas ilustraciones quizás dirigidas a un público infantil sí que apuestas por llamativos coloridos…
-Me gusta mucho trabajar el blanco y negro, pero la ilustración infantil me pide color. En este caso trato de experimentar otras técnicas totalmente opuestas a mi obra en blanco y negro. Trazos más ligeros, sueltos y con texturas en el papel. Además, cuando me planteo una ilustración infantil, suele llevar una historia detrás, un cuento que me apetezca narrar. Soy una cuentista de cuidado.
-¿Qué técnicas utilizas y cómo has acoplado el uso de la tecnología digital a tu proceso creativo?
-Yo soy de tinta. Desde pequeña me ha gustado el olor de la tinta china, el placer de sentir la plumilla abriéndose paso por el papel. Pero también estoy muy unida a la tecnología (de hecho, soy técnico de sistemas) y me encanta cacharrear con hardware y software. Imagino que era un paso natural llevar mi pasión por el dibujo con tinta a lo digital. Trabajar en programas como Clip Studio (el cual uso para casi todos mis trabajos) me permite regodearme en el detalle tanto como quiera.
-Me ha llamado mucho la atención cómo confirieres en algunas de tus obras una ilusión de movimiento tridimensional con gran maestría… En concreto, en una de ellas reflejas uno de los tics que te provoca el síndrome de Tourette, ¿cómo lidias con el síndrome durante tu proceso creativo? hay quien dice que precisamente la pintura u otras expresiones artísticas son realmente terapias efectivas para ciertas enfermedades, ¿pasa también con el Tourette?
-El dibujo de líneas es para mí una gran terapia. Hace que mi mente touréttica se centre. De hecho, cuando no tengo a mano nada para dibujar y mis síntomas se disparan, el mero acto de imaginar que hago esos trazos me ayuda a calmar el hormigueo de mi cerebro.
Las rutinas también ayudan mucho a lidiar con el síndrome (al menos en mi caso), y para mí el trabajo ilustrando, día a día, es algo que me ayuda con los tics y otros síntomas. Salirme de mis rutinas no es nada bueno para mí. Hay quien puede considerar que ser rutinaria es algo aburrido, pero para mí es un placer.
-Para quien desconozca este síndrome, ¿nos podrías contar a grandes rasgos como se manifiesta y que dificultades, ya no solo en el día a día, sino en el acceso a terapias os encontráis aquellos que lo padecéis?
-El síndrome de Tourette trae consigo una serie de síntomas, normalmente tics (simples, complejos y vocales), trastorno obsesivo compulsivo, del espectro autista, del sueño, depresión… Las dificultades que conlleva dependen de las manifestaciones del Tourette en cada persona, de la gravedad y frecuencia de sus tics. En mi caso, mis tics son motores, simples y complejos, y vocales. Sufro de ecolalia (repetición de palabras que escucho, al azar), palilalia (repetición involuntaria y monótona de la misma palabra o de la misma sílaba).
La mayor dificultad que plantea el Tourette no son los síntomas en sí, sino los prejuicios y el rechazo. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo, si tengo tics durante ella (cosa muy frecuente, debido al nerviosismo), las posibilidades de rechazo son altísimas.
Respecto al acceso a terapias… al menos en Málaga solo me he encontrado con desconocimiento y prejuicios por parte de la mayoría de profesionales médicos de la seguridad social que me han tratado, y más en mi caso, que los tics empezaron a manifestarse a los 30 años. “Son nervios”, es la respuesta más habitual que he encontrado (risas).
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