Sergio García Gutiérrez, especialista en psicología infantil
Lo primero decir que un “buen padre” es aquel que se le reconoce por la calidad y competencia en su quehacer diario como educador, y que se basa en la sinceridad y, sobretodo, en la confianza. Entonces, para ser un “buen padre” debes confiar en tu hijo (y eso que no siempre es fácil) y que él confíe en ti (que también cuesta). En este tipo de relación donde nos basamos en una “sana” autoridad educativa, es imprescindible transmitir que no llevas siempre la razón y saber pedir perdón. Lo que vengo a decir con esto, es que un buen padre será aquel que, básicamente, “sabe estar”, algo que es clave en el desarrollo de una “vida de calidad” con los hijos en el día a día.
Considero que la confianza en uno mismo es una de las características básicas de un buen padre, que debemos desarrollar si queremos vivir mejor con nuestros hijos. Creer en nosotros, en nuestros proyectos e ilusiones, nos mantiene vivos y motivados por algo. Pienso que, si vives tu vida con confianza, te ayudará a disfrutarla más… No hay nada más poderoso que la confianza y estar seguro de que todo puede cambiar. Aunque hayas tenido un mal día, todo cambia si estás decidido a que así ocurra. De lo contrario, entrarás en un sentimiento de frustración por no saber cómo actuar con tu hijo, y claro… así es muy fácil perder la ilusión. Por eso mismo, te pido que tomes la iniciativa, la confianza que puedas tener debe ser trabajada a diario, simplemente, actúa. Y actuar es lo que te permitirá sentirte más confiado. Total, que el origen de la confianza consiste en empezar a actuar, por pequeño que sea el primer paso. Y todo esto, son requisitos para ser un “buen padre”.
Un buen ejemplo de “buen padre” es que seas un modelo de ser y estar bien contigo mismo y con los hijos. Me refiero a una forma de saber estar, de exigirse, prepararse, implicarse, y querer dar. Es decir, una forma de comportarse con los hijos que destaque por la flexibilidad, la amabilidad, el afecto, el respeto, disciplina y las expectativas positivas de lo que deseas conseguir. En definitiva, ser un “buen padre” pasa por saber mirar, hablar, comunicar, preocuparse por el hijo y tener siempre una palabra de aliento guardada en la recámara. Todo esto no sería posible sin una buena dosis de calma y actitud optimista.
Y, claro, para “saber estar” a la altura de las circunstancias y ser ejemplo de “buen padre”, debéis promover mucho el esfuerzo, el autocontrol y la automotivación con los hijos tooooodos los días, con el objetivo de instaurar y desarrollar sus rutinas y hábitos básicos de casa. En este sentido, los niños deben seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos, y estos “hábitos repetitivos” ayudan mucho a construir su equilibrio emocional y una sana personalidad. Esto es así, la repetición de los actos cotidianos forma hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes, por eso son tan importantes para los niños.
Como decía antes, un buen padre también necesita “saber”, es decir, que sepáis trasmitir, generar interés y motivación en los hijos. Para lograrlo, es necesario que desarrolléis habilidades que sean capaces de captar la atención los hijos. Como ideas para conseguirla, os recomiendo adecuar el tono de voz a las circunstancias y procurar no hacerlo monótono, utilizar pausas y diferentes entonaciones para dar énfasis o no al mensaje. Importante es que sepáis que no solo habláis con la voz, también transmitís con vuestro cuerpo, con vuestras expresiones, con vuestras manos, etc. Mantened una postura abierta (sin brazos cruzados) y orientada hacia ellos, intentad mantened contacto visual mientras habláis. Súper importante, es saber utilizar la sorpresa para despertar la curiosidad y captar la atención. Tratad de ser novedosos, introducid algún elemento nuevo en el discurso, ya que la novedad de un estímulo atrae mucho la atención, para hacer esto solo tenéis que usar la imaginación, hay muchas maneras de ser original. Como otras veces, recomiendo utilizar el sentido del humor, si se divierten es más difícil que se distraigan. Por último, evitad explicaciones demasiado largas y repetitivas, recordad que para mantener la atención es más efectivo emplear explicaciones cortas, para ello tratad de ir a lo concreto y exponer las ideas claves.
Bueno, bueno, si algo no puede faltar para lograr ser un buen padre, es una dosis alta de ilusión por lo que hacéis cada día con vuestro hijo, por lo que le contáis y explicáis, por lo que le decís. Ilusión que se palpa en el ambiente, en cada palabra, en la forma en que se abordan las situaciones cotidianas, vuestro interés por lo que os cuenta, por “sus ocurrencias” que nacen en sus pequeñas mentes y enormes corazones. Trasmitid ilusión, energía, interés, compromiso, implicación…¡¡que no os falte!! por favoooor….
Es cierto que un buen padre debe ganarse a los hijos, para ello debe hacerlodesde la autoridad, el buen trato, la relación diaria y el respeto mutuo en el entorno familiar, o sea, dentro de la casa. Y algo que influye mucho en todo esto es la incuestionable tendencia de un mundo que camina hacia la prisa permanente y la excesiva ocupación del tiempo en actividades de todo tipo, y muchas de ellas fuera de casa. Es verdad que las cosas han cambiado mucho, en especial, las prioridades educativas y las maneras de gestionar la educación de los hijos o el tiempo que les dedicamos. Parece como si los niños tuvieran que estar ocupados con sus tareas durante todo el día, y creo que con tantas actividades, sus agendas puedan llegar a ser desequilibradas, ya que intercalan actividad física, deporte, tecnologías, tele, las interminables tareas escolares, relación con otros miembros de la familia, etc, y si a esto le añadimos el uso desmedido de la habitación personal (un auténtico búnker cuando son más mayores) como espacio para el ocio y divertimento y, en no pocas ocasiones, para la relación con otros en el mundo virtual, pues ¿dónde queda vuestra autoridad educativa? ¡¡¡Si es que no nos queda más tiempo para practicarla!!! Pues, lo que recomiendo, es que el tiempo que estéis con vuestro hijo sea sobretodo de calidad, lo importante es que os oiga, os atienda y, por tanto, os entienda. Esta calidad es contraria a las prisas, al estrés, etc. La calidad depende mucho del sosiego con el que le habléis cuando tengáis que darle algún consejo, o simplemente que os haga caso, para ello es necesario que estéis tranquilos, así vuestro hijo podrá reflexionar y comprender lo que le queréis decir y, finalmente, atender y entender el mensaje. Intentadlo, porque las prisas generan mucha impulsividad y precipitación, y con eso no se “siembra” todo lo que nos gustaría con los hijos….
Un buen ejemplo de buen padre “moderno” es el que desarrolla sus competencias digitales como educador. Esto es una realidad ya, es más, está en vías de expansión y desarrollo en los próximos años… Vamos, que como no os “pongáis las pilas” en las nuevas tecnologías, os vais a quedar obsoletos, y ahora más que nunca es necesario saber para poder controlar (proteger) a vuestro hijo en el mundo de las tecnologías y redes sociales. El acceso de niños y adolescentes al mundo del conocimiento interactivo, a través de las redes y los videojuegos de gran poder didáctico, es inconmensurable. Vuestro papel como educador debe sumergirse en este marco interactivo, donde la creación inteligente de contenidos y el manejo creativo de los mismos, puede daros una adecuada posición como educador con autoridad educativa.
Muy importante esto que voy a comentar… La figura de un buen padre no puede delegarse, obviarse, ni olvidarse, ya que resulta imprescindible los “hábitos saludables de relación”, de compromiso, de interés por lo que nos rodea, de actitud y ganas por estar, hacer y crecer. Y es imprescindible que los niños crezcan con buenos referentes, esto es, buenos padres que proporcionen “de manera razonable” afecto incondicional, cuidado atento, disciplina consistente y normas claras. Es imprescindible que los hijos, los vuestros, maduren con guías y límites, pero también con estímulos y valores, con mucha ilusión y respeto, optimismo y actitud positiva. De esta manera, crecerán desarrollando principios elementales de autodisciplina, valoración de los demás, de escucha, solidaridad, empatía y esfuerzo personal.
Seré un pesado, pero vuelvo a recalcar que para poder conseguir ser un buen padre es necesario tener claro que “las normas, límites, premios y castigos son indispensables para educar bien. Sin embargo, al fijar normas y límites, hay que evitar caer en una tendencia que observo hoy en día, y es la confusión entre autoridad y autoritarismo. Creo que el autoritarismo (violencia sigilosa) está muy presente en la actualidad y, a menudo, se relacionan ambos conceptos cuando en ningún caso han de ir unidos. En ocasiones, muchas de las actitudes violentas que se dan en casa, tienen su principal causa en la falta de autoridad del educador. Por eso, como uno de los objetivos de la autoridad educativa es ayudar al niño a crecer, ejercer la autoridad debe ser un acto de cariño y amor, ya que un niño necesita personas que lo quieran y que le digan lo que está bien y lo que está mal, pero siempre con respeto y cariño. Por tanto, para sentirse seguro y poder hacer buen uso de su libertad, vuestro hijo necesita disponer de unos límites claros, él os lo agradecerá.
Antes de acabar, no puedo olvidarme de la responsabilidad compartida, ya que la educación de los hijos es una labor que los buenos padres y otros educadores realizan “de la mano”. Todos, juegan un papel fundamental de manera compartida (abuelos, monitores, profes) y, en definitiva, todas aquellas personas que ejercen su autoridad sobre los niños. El “buscar apoyo educativo” para reforzar vuestra autoridad educativa es algo natural, nos enriquecemos con los demás y los niños se benefician por ello. Todos los padres tenemos la necesidad de sentirnos apoyados, sobretodo cuando nos encontremos en “horas bajas”, bien sea con nuestra pareja, un buen amigo, vecino, compañero de trabajo, etc. Y es que cuando os sentís apoyados y comprendidos, os sobreponéis antes a los inconvenientes y problemas que puedan surgir al educar. Es importante que reconozcamos que no tenemos por qué poder con todo, ya que, podemos pasar por momentos de vulnerabilidad, y una cosa está clara “los niños no entienden de eso”, ellos van a lo suyo. No digo que alguno empatice con sus padres, pero les cuesta bastante. En estos casos, es posible que necesitemos un apoyo de alguien de confianza con el que podamos desahogarnos y compartir nuestras emociones. Parece mentira, pero esto os puede ayudar a fortalecer vuestro sistema inmunitario, además de situaros en posición de entender que no sois los únicos que tenéis problemas con los hijos. El simple hecho de contar nuestros problemas conlleva un gran efecto terapéutico. Por un lado, contamos con el desahogo psicológico y emocional que nos produce, también nos sirve para escuchar nuestro propio discurso. En muchas ocasiones, cuando contamos un problema a alguien, al escucharnos, caemos en la cuenta de que quizá “hemos hecho una montaña de un grano de arena”. Por último, el apoyo de otra persona nos puede proporcionar un punto de vista que no habíamos contemplado. De esta forma, podemos ver el problema desde otro ángulo y nos deja de resultar tan doloroso. A veces, somos maestros del disimulo y fingimos que todo va muy bien, así pues, lo más sencillo y sano, es pedir ayuda cuando la necesitemos.
En definitiva, es necesario que los padres quieran a sus hijos para “ejercer la autoridad desde el amor”, así como para conseguir sacar lo mejor de ellos. En este sentido, estoy muy de acuerdo con la idea de que “un padre debe influir en su hijo para que sea mejor, no para que sea como él”. Pienso que los niños no buscan que sus padres sean los mejores, sino que sean un modelo de vida plena, con sus valores y capacidad para transmitirlos. No es suficiente con que un padre tenga una formación de diez, sobretodo debe ser buena persona, buen padre
Por último, debo decir que el verdadero liderazgo educativo de los buenos padres está relacionado con altos niveles de compromiso en la tarea educativa. Un buen padre es el que lleva a su hijo por el camino de la madurez humana, pero ayudando no imponiéndola.