miércoles, noviembre 6, 2024
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Sin miedo a educar


Sergio García Gutiérrez
, especialista en psicología infantil

Para ser sincero, quisiera decir que, a veces, es negativo el ejemplo que damos a los niñ@s. Lo que ven ellos es un adulto poco contento, poco agradecido, que no se ríe, que dice mucho “estoy cansado”. Lo que intento explicar es la inconsistencia que cometemos los adultos y que, como consecuencia, hace que los hijos no tengan ganas de crecer.

La dificultad que tienen las personas para afrontar cada cambio en la juventud depende del carácter de uno, del contexto… pero, sí que existe una edad en la que todos tenemos que pasar realmente por problemas, más o menos entre los quince y dieciocho años. Es el choque de la pubertad y la adolescencia, dos procesos distintos. Es una edad complicada, en la que todos experimentamos crisis en nuestra búsqueda de identidad, en tratar de definir qué tipo de persona me voy a construir.

Actualmente, los adolescentes tienen muuuuuuy poca paciencia y, encima, muchos padres se han educado en no educarles, ya que hay una tendencia enorme de estar complaciendo a los hijos permanentemente, de no permitir que estén aburridos, y por eso hay que entretenerlos. Si no obtienen lo que quieren, se genera entonces una intolerancia tremenda. Básicamente, la mayoría de los padres quieren complacerlos todo el tiempo porque ¿les tienen miedo?. Muchos padres son de una generación que les tuvieron miedo a sus padres, y ahora muchos de ellos les tienen terror a los hijos.

Me consta hoy día, que hay padres que no quieren ser desagradables con sus hijos. Esto se puede explicar porque, erróneamente, entendieron a la educación como que tenían que ser amigos de sus hijos, lo cual es una obviedad porque la amistad viene gratis con el amor… Pero, por encima de todo, un padre también debe tener un papel de «malo», no se puede ser amable siempre, es lógico ser un poco desagradable para educar, para poner disciplina y para poder decir que no. Y ese es un costo que muchos padres hoy no quieren pagar, por eso satisfacen a sus hijos con cosas. Con eso, los hacen cada vez menos tolerantes.

Muchos padres, lo justifican con la idea de que sus hijos deben tener lo que ellos no tuvieron de pequeño, lo cual también es una irracionalidad porque, aunque ellos no hagan nada, ya sus hijos van a tener lo que no tuvieron, porque antes no había internet, por ejemplo.

El miedo aumenta, en la medida que no se entrena las habilidades de los hijos para enfrentarse a sus conflictos diarios, tenemos una generación de niños que no sabe solucionar problemas porque los padres lo hacen por ellos. Las depresiones de los adolescentes, de alguna manera, tienen que ver con eso. Hay que entrenarlos en solucionar conflictos desde que son muy pequeños.

Para poder educar con coherencia, es necesario mezclar la disciplina con la ternura. Si un padre regaña, el hijo tiene que agachar la cabeza. Pero, al mismo tiempo también sabrá que, como es su mejor amigo, puede contarle lo que sea. Esa mezcla de ser disciplinado e incondicionalmente afectuoso con los hijos, es algo que un padre no debería perder nunca en la vida, así será más fácil “educar sin miedo a los hijos”.

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