La zona industrial de Benalroma dedicada entre el siglo I y III d.C. a la producción y exportación de aceite de oliva y posteriormente, reconvertida por nuestros ancestros romanos en fábrica de salazones -similar a la que tenían ya en Torremuelle-, se podrá visitar por primera vez a partir del próximo mes de marzo. Con una inversión de 267.047 euros se van a construir pasarelas que rodearán el yacimiento, se procederá a su cerramiento con una nueva puerta de acceso y a la instalación de iluminación ornamental.
La puesta en valor de este yacimiento en la que se trabaja desde la pasada legislatura, se complementa con la visita al Centro de Historia de Benalmádena anexo al mismo, que dedica su primera planta a Benalroma -en la planta baja encontrarás una muestra centrada en la historia local- dentro de un novedoso proyecto expositivo con piezas audiovisuales, maquetas interactivas y paneles explicativos que dan conocer la arqueología y el patrimonio municipal a todos los públicos de forma gratuita.
Los romanos llegaron a nuestras tierras en el siglo II antes de Cristo, tras vencer a los cartagineses en la Segunda Guerra Púnica. Unos 200 años después, la población que habitaba en Benalmádena era completamente romana.
De esos tiempos, aún se conservan en nuestro municipio algunos interesantes restos arqueológicos que nos hablan de cómo eran, su modo de vida o su economía. Respecto a los resultados de las excavaciones en las diferentes partes de la villa de Benalroma, estos han revelado que se trata de una villa de plan diseminado, con construcciones separadas entre sí como módulos independientes que se fueron levantando sin un orden aparente.
Este tipo de asentamiento diseminado no es nada habitual, siendo Benalroma uno de los pocos ejemplos que se han encontrado en Andalucía. Siguiendo el modelo de villa diseminada, Benalroma está formada por tres núcleos en diferentes ubicaciones que componen una única villa.
En la avenida García Lorca, junto a la rotonda de Los Molinillos, se sitúan los restos de la pars fruturaria, dedicada a la actividad industrial de la villa y que ahora se pondrán en valor al ofrecer la oportunidad de ser visitada. En concreto, se trata de los restos arqueológicos de una factoría romana de aceite que estuvo activa durante los primeros siglos de nuestra era.
Aún se conserva parte de la sala de prensado, con los anclajes de las prensas labradas en piedra, donde encajarían las vigas de madera, y alrededor, un suelo de ladrillo con canales por las que discurría el oro líquido bético que una vez prensado hacia la sala de decantación.
El aceite es uno de los productos básicos de la dieta mediterránea ya desde época antigua, y junto con el vino y las salazones de pescado, se erige como uno de los elementos claves de la economía romana de nuestros territorios.
Esta almazara estuvo en uso durante 200 años, ya que en el siglo III después de Cristo se transformó, al igual que ocurrió en la zona ajardinada de Benalroma, en una fábrica de salazones. De esta etapa, de las que aún perduran una serie de piletas de salazones y los restos de un horno de cerámica, en el que se producirían las ánforas destinadas a transportar nuestros productos por el Mediterráneo hasta el siglo V d.C.
Entre ambos espacios, en el año 2004 con motivo de unas obras en la carretera, aparecieron parte de unas termas, y una habitación con un mosaico de decoración geométrica habitual en la musivaria romana. El complejo industrial de la villa romana de Benalroma conserva restos de un horno alfarero que se usaba para cocer principalmente ánforas, que servían para envasar, conservar y transportar las salazones de pescado producidos en la factoría. Igualmente, el horno se utilizaba para la fabricación de cerámicas con uso doméstico. Y es que, desde su nacimiento hasta su muerte cada habitante de aquel mundo romano benalmadense precisaba para todas las actividades de su vida diaria, de manera directa o indirecta, cerámicas de todo tipo.
Todos estos restos son probablemente parte de una misma villa a mare de grandes dimensiones, que estuvo en uso al menos durante 500 años, desde el siglo I d.C. al siglo V d.C. dedicada a la explotación del campo y del mar, con una parte lujosa que se localiza en Benalroma -en avenida de Las Palmeras se encuentran los restos de la pars urbana, área de vivienda del dueño de la villa- y otra parte industrial.
‘Medallas’ políticas
El trabajo por la puesta en valor de este yacimiento arqueológico comenzó en la pasada legislatura, bajo la gestión del área de Cultura del portavoz de IU, Pablo Centella, y a merced de los fondos europeos de la Edusi. De hecho, la redacción del proyecto culminó a principios del pasado año y fue remitido a la Junta de Andalucía para su visado, la cual meses después, en julio aproximadamente, dio su visto bueno para que el Ayuntamiento, -ya desde junio con su nuevo Gobierno local activo-, pudiera iniciar la licitación del proyecto, que ya es una realidad y que cuenta con un plazo de ejecución de 65 días naturales.
Pese a la documentación pública relativa a este expediente -a la que tiene acceso cualquier ciudadano-, en la que, vistos los informes y las gestiones realizadas no cabe duda alguna de que tanto los anteriores gestores como los actuales han mostrado interés por ejecutar esta puesta en valor del yacimiento de Los Molinillos, el concejal de Vías y Obras, José Luis Bergillos, ha insistido hoy en una nota de prensa en que “se trata de un proyecto que el Gobierno anterior guardó en el último cajón y que, tras cuatro años y medio sin avances, hemos puesto en marcha las acciones necesarias para desarrollarlo con el inicio de expediente entre finales de julio y el mes de agosto”.
La realidad es que el concejal popular parece desconocer u obviar que para poder licitar estas obras, el proyecto debía contar con el beneplácito de la Junta de Andalucía que precisamente dio su visto bueno a finales del mes de julio, aproximadamente, por lo que con anterioridad era imposible avanzar la licitación de los trabajos para su posterior ejecución.
Al final el verdadero fin de este tipo de iniciativas tan relevantes en cuanto a la conservación del patrimonio de nuestro municipio y un excelente filón turístico, tristemente queda eclipsado por la lucha política por ponerse medallas por proyectos en los que hay quien aprovecha una suerte de carambola ajena a los méritos de la gestión propia y de la capacidad de manejar las dificultades, como, por ejemplo, las burocráticas.
Al margen de esto, los yacimientos arqueológicos del municipio están logrando la inversión necesaria que asegure el salvaguardar su conservación para el disfrute de la ciudadanía y turistas de esta huella de la historia de la Benalmádena romana, que merece mucha más atención que estas tensiones políticas que se estiran o relajan según el sillón que se ocupe en un momento dado en la corporación municipal.
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