Sergio García Gutiérrez, especialista en psicología infantil
A muchos os “sabrán a poco” las vacaciones que tenéis en verano, pero os aseguro que más de uno/a estará contando los días que faltan para volver a la normalidad de la rutina…. Sea como fuere, la cuestión es que ya mismo comenzamos con la tarea de las guardes, colegios, institutos, facultad, trabajos…. Por lo que, recomiendo adaptar los horarios a las rutinas escolares y laborales una semana antes de que empiecen para evitar, así, alteraciones transitorias como cansancio, ansiedad, y decaimiento. Por ello, aconsejo adaptar todos los ritmos al nuevo horario adelantando, cada tres o cuatro días (más o menos), todas las acciones como el levantarse, desayunar, comida, cena y la hora de acostarse, de manera que os iréis haciendo una adaptación progresiva al nuevo horario típico de esta época de tránsito. Además, os recomiendo que vosotros, padres, adoptéis una actitud “siempre positiva” para que, así, ayudéis a los niños a superar este periodo de adaptación, y los síntomas desaparezcan con mayor rapidez.
Como decía, estamos empezando con “el cambio”, se acerca una época en la que a todos nos cuesta “un poco” adaptarnos al nuevo ritmo de vida. Esto es algo que se repite cíclicamente y que es muy aconsejable para el ser humano, la rutina es importante para el niño en cada etapa de su infancia, favorece su crecimiento porque al haber esquemas repetidos durante el día, el cerebro los hace suyo y, así, sabe cuándo es hora de dormir o comer, por ejemplo, el bebé, que suele nacer con el ritmo del sueño invertido (duerme más de día que de noche), aprende a hacerlo al revés: dormir largos intervalos de noche y siestas más cortas por el día.
A partir del primer año las rutinas de los niños se amplían, y van adaptándose bastante. Por ejemplo, cuando desarrollan “el ritual de despedida” cuando lo dejáis la guardería: unos besos, saludar con la mano, darte la vuelta otra vez, volver a levantar tu mano etc. Así, ellos entienden que ahora realmente os vais. Ya, entre los dos y cuatro años, los niños suelen jugar durante ciertos periodos siempre “a las mismas cosas”, como a los profes, piratas, cocinitas, etc. Adaptarse al control de esfínteres, es un proceso que también se beneficia cuando va acompañado con determinados rituales (sentarse en el orinal en momentos fijos del día, elogiar sus “hazañas”, etc.). En torno a la mesa, se crean otros rituales nuevos a los que se van adaptando con los años como coger pan, agua, sentarse en un sitio fijo, etc. En definitiva, los rituales ayudan a que el niño se adapte a los nuevos cambios a medida que va creciendo. Y el objetivo siempre es el mismo, brindarle seguridad y dar estructura a su vida.
Por tanto, los niños deben afrontar una serie de cambios en su vida (sustituir la cuna por la cama, dejar el biberón, entrar en el colegio, etc.). Es algo inherente al desarrollo y, sobre todo, necesario ya que mental y físicamente están preparados para ello. No debéis dudar de ello, ya que todo niño nace con un afán por madurar, crecer y adaptarse a los cambios que vayan llegando.

Es cierto que no todos los niños reaccionan igual a las nuevas situaciones, algunos necesitan más tiempo para asimilar el cambio, otros se encuentran a gusto rápidamente con los nuevos hábitos, se adaptan fácilmente, son fáciles de llevar. En el caso de que no sea así, os recomiendo muuuuuucha paciencia en los próximos días, sea cual sea la novedad, siempre necesitarán “un poco” de más tiempo para ir acostumbrándose a lo que se le avecina en unos días, por eso respetad todo lo que podáis el ritmo de vuestro hijo, y no os dejéis presionar por el hecho de que “el niño vecino se adapta mejor”. Recomiendo que no se produzcan varios cambios a la vez, si cambiáis de casa de veraneo hacedlo con tiempo de antelación, si usa en verano chupete, no se lo quites yaaaaaa porque va a empezar el cole, el chupete, si se le levanta más tarde ve poco a poco adelantando la hora…
Por otro lado, como comenté al comienzo, una pieza clave en todo este período de cambios son los padres, sí vosotros. Por eso, recomiendo que afrontéis el tema con optimismo y confianza. Recordad que todo niño tiene una tendencia innata para desarrollarse y ser autónomo. Si le cuesta algún cambio, abordarlo desde la perspectiva de “que ya eres mayor”.
Total, que cuanto antes os pongáis en “modo invierno”, mejor que mejor, ahora bien, no me refiero a que se haga todo a la vez, sino progresivamente, pero teniendo claro que estáis ya en proceso de cambio, así podréis adaptaros mejor al cambio de horario sin deprimiros tanto, ya que oscurece antes y podéis sentir que os quitan una hora de luz, de vida. Lógicamente, es posible que os levantéis antes por la mañana y que estéis cansados antes por la tarde, pero si lleváis un ritmo de vida normal (trabajar durante el día y descansar por la noche), los problemas serán “casi anecdóticos” y en un par de semanas estaréis «sincronizados» sin ningún tipo de problema. En definitiva, veo más esta época de tránsito como una oportunidad para cambiar, lejos de verlo como un problema, podéis usarlo como una excusa para mejorar algunos hábitos y reorganizar mejor vuestros tiempos.