Sergio García Gutiérrez, especialista en psicología infantil
Facebook Twitter Instagram Youtube
Ya que se aproxima la Navidad, deciros que los niños, muchas veces no tienen tiempo para asimilar todos los juguetes que reciben. Suele ocurrir que unos pocos regalos captan su atención desde el principio, y otros se quedan en el olvido almacenados en algún lugar de la casa, incluso reciben varios modelos del “juguete de moda”, quedándose cortos de otro tipo de cosas, que necesitan más.
En esos días de Navidad, los niños generalmente se descontrolan “un poco” al no tener un horario tan estructurado como cuando van a clase, y además están rodeados de familia que no ven con frecuencia, tienen visitas constantes en casa o van ellos a casa de abuelos, tíos y primos.
Peeeeeero, el momento culminante de las Navidades es cuando llega con los regalos. Recibir en un mismo día una cantidad tan grande de estímulos, puede sobreexcitar a los niños y, generalmente, esta situación sobrepasa su capacidad de control. Es como si a nosotros, los adultos, nos regalaran una casa, un coche y además nos tocara el gordo de Navidad. ¡Todo en el mismo día! Sí, es una felicidad inmensa, como la que sienten los niños en estos días, pero lógicamente abruma. Por esta razón, no os debe extrañar que los niños no duerman bien por la noche o que estén especialmente rebeldes la víspera de Navidad, antes de la llegada de Papá Noel, o la noche de Reyes.
Para los padres es difícil controlar los excesos de esos días, por ello se me ocurren algunas ideas sobre cómo organizar los regalos de los niños de la cercana Navidad… Lo primero es tener una idea de cuánta gente va a regalar cosas a vuestros hijos esos días y, así, no regalar en exceso. Se trata de evitar que vuestro niño se junte con una cantidad demasiado grande de regalos. Por otro lado, saber qué regalos van a recibir. Podemos sugerir regalos a los tíos, abuelos, primos y hacerlos complementarios a los nuestros. Así, les facilitamos, en parte, la labor a ellos y evitamos las repeticiones, o recibir regalos de escaso interés. Una idea es variar el tipo de regalos que van a recibir entre juguetes de casa, juegos de exterior, libros, canciones, material de papelería, etc.
Se me ocurre una idea práctica, y es saber rotar los juguetes, es decir, una vez que hayan abierto los regalos, probad a dejar fuera de vista unos cuantos, e irlos sacando más adelante (semanas o meses después). No se trata de esconderlos, sino de facilitar que utilice primero los que más le hayan sorprendido y, a medida que se canse de esos, poder “estrenar” otros.
Podéis hacer sugerencias a la familia. No dejéis que los regalos lleguen “a ciegas” y descontrolados. Podéis sugerir lo que pensamos que a vuestros hijos más le gustaría, o les puede ser más beneficioso o útil.
Dependerá de cada familia, pero puede que, para no herir susceptibilidades al hacer la petición de “contención” o las sugerencias anteriores, lo mejor sea que lo haga la parte correspondiente a cada familia. Es decir, la mamá puede hablar con los abuelos y tíos maternos, y el papá con los suyos. Es que la familia se vuelve muy susceptible con estos asuntos… Por supuesto, hay que ser comprensivos y amables con las peticiones, pues en el fondo la familia quiere hacer felices a los niños. Pero hay que tener en cuenta que los pequeños (y más cuanto más pequeños) son felices con muy poco. Por ello, con un “¿No crees que sería mejor…?”, o “Tal vez lo que más le guste sea…”, o “Es una buena idea, aunque hay que tener en cuenta que…”, “Pues el otro día estuve a punto de comprarle…”… sea suficiente para haceros entender.
Ahhhh, que no se me olvide deciros que los regalos efímeros del tipo ir un día al cine, al circo, al zoo o cualquier actividad que les resulte interesante a los niños, son una opción que muchas veces no se tiene en cuenta, pero que pueden sustituir perfectamente a los regalos convencionales que llegan en avalancha, y que pronto acabarán en un rincón. Para el momento del regalo, sirven los tickets de entrada cuando sea posible, o un “vale” para el espectáculo que decidan. Estos regalos “inmateriales” pueden ser incluso más apreciados por los peques, ya que supone pasar un rato agradable en compañía de la familia.
Intentad que algunos regalos sean “artículos necesarios”. Por ejemplo, si de todas formas teníais que comprarle colonia al peque, pues puede venir bien una botella de colonia. Claro, una colonia a granel pues no quedaría demasiado bien como regalo, pero todos sabéis que hoy día hay estuches de colonias infantiles que hacen las delicias de los pequeños con sus personajes favoritos (Pocoyo, Caillou, Barbie…). Lo mismo para geles, pijamas, zapatillas y otras prendas de ropa.
Si el niño es tan pequeño que no pide nada porque aún es un bebé, “aprovechaos”, en el buen sentido de la palabra. Será un ahorro para vosotros y para la familia. La ropa y los productos de higiene son una buena y práctica opción, ya que los ibais a necesitar de todos modos.
Si el niño ya habla, pero no pide nada, es que no desea nada en especial. Claro que ya sabéis cuáles son sus gustos (juegos preferidos con los papis, personajes infantiles…) y por ahí tenéis acierto seguro.
Si el niño ya pide lo que quiere, dependerá de lo larga que sea su carta a los Reyes, pero intentad que ésta no se alargue demasiado. Es bueno que los niños expresen sus deseos, que escojan cuáles son sus, pongamos, tres o cuatro deseos principales. Éstos son los que recibirá entre todos. Al fin y al cabo, entenderá que no puede tener todo lo que desee de modo incontrolado y sin esfuerzo.
Si al final de todo, la avalancha de regalos se produce igualmente, podéis tratar de, disimulada o abiertamente, apartar unos cuantos regalos para más adelante. Los niños disfrutarán más los que ahora tienen, y se llevarán una sorpresa más adelante. Como todo esto, estaréis estableciendo una “sana costumbre” de disfrutar con poco y apreciar lo que se tiene, evitando la avalancha de regalos en Navidad