jueves, diciembre 12, 2024
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Claude Monet, pintor impresionista de la vanguardia del siglo XX

El paso del siglo XIX al XX supone un cambio profundo de las concepciones artísticas. La rigidez de las nuevas reglas aportadas, dada la exactitud de los recién adquiridos conocimientos científicos, pretenden mantener encerradas y constreñidas las tendencias del arte, que para zafarse huye de las formas estables, sólidas y pasivas, para pasar de ver la naturaleza “a expresarla”(en palabras de Delacroix), descubriendo el mar, el agua, el humo y todo lo intangible. Claude Monet es el indiscutible representante de esta transformación.

Nace en París en 1840 pero pasa enseguida a vivir en El Havre en donde su padre tenía una tienda de comestibles. Haciendo el bachillerato comenzó ya a realizar caricaturas con las que se hizo un nombre (cobraba hasta 20 francos por cada una) que le permitieron conocer a Eugene Boudin, quien le animó a ampliar sus posibilidades en París a donde llegó con 19 años (1859) pero en lugar de asistir a un taller oficial, como le habían recomendado, se inscribe en la Academia Suiza, privada, en donde los alumnos trabajan a su aire, visitando simultáneamente la cercana escuela de Barbizon en la que los discípulos prefieren el paisajismo y la luz. Todo ello le conllevó trastornos económicos al enfrentarse a su familia, además de ser llamado para su servicio militar obligatorio, que evitó en su mayor parte al contraer fiebres tifoideas en Argelia, de forma que un par de años más tarde está dedicado al paisajismo con el neerlandés J. B. Jondking.

La tendencia a pintar al aire libre (“plein air” en francés), se inicia un par de siglos antes cuando se constituye como una fase preparatoria para el aprendizaje de la realización de paisajes completos, que terminan convirtiéndose en un “motivo” de la pintura, costumbre que lleva a los pintores a visitar Italia, hasta que este motivo se traslada al Sena y a la región de Normandía en donde años más tarde confluirían Monet, Corot, Jongkind, y Boudin que convierten a esta forma de pintar en todo un estilo propio, algo que fue facilitado por la aparición en el mercado de los caballetes plegables, marcos y materiales más ligeros y sobre todo la aparición del tubito de metal con tapón de rosca para llevar nuevos colores más luminosos y estables.

En la década de los sesenta Monet comienza a introducir figuras en sus cuadros, es decir, comienza a alejarse del realismo. Pinta “El Desayuno” y “el Almuerzo sobre la hierba” utilizando como modelo a Camille Doncieux con la que termina casándose y teniendo dos hijos. Más tarde, a la muerte de Camille en un parto, se uniría a Alice Hochedé, viuda de un marchante, que tenía seis hijos. Cautivado por la costa normanda pintó repetidamente los acantilados de Étretat. Realiza diversas exposiciones con pintores amigos aunque no tiene éxito económico hasta que el mercado de sus cuadros se abre a los EEUU de la mano de su marchante Duran-Ruel con el que también tuvo diferencias.

En la década de los setenta está totalmente dedicado al “impresionismo” con un grupo de amigos, Cezanne, Colin, Debras, Degas, Latouche, etc., realizando su primera exposición en 1874 en el atelier del fotógrafo Nadar en el Boulevard de Capucines en París donde destaca su cuadro “Impresión: el sol naciente” que da nombre al conjunto, y que había pintado dos años antes en El Havre.

Monet trata de pintar la instantaneidad, la envoltura, la luz y el aire y se lanza en cuerpo y alma a pintar las series como la de los almiares, que permiten estudiar el contraluz a distintas horas del día. Y después los álamos en los que encuentra una composición más dinámica. Y la serie de la Catedral de Ruan, treinta cuadros en los que apreciamos la luz a distintas horas del día y en los que lo menos importante es la catedral.

Viaja a Londres donde descubre la niebla del Támesis que reflejará en un centenar de cuadros, hasta que en la década de los noventa adquiere la propiedad de Giverny en la que prepara su propio jardín y sus motivos. De aquí surgen la maravillosa e interminable serie de los nenúfares, las ninfeas, las glicinias, los agapantos, iris etc., y el inmortalizado puente japonés que mandó construir. Todavía en 1908 viajó a Venecia que dio lugar a otra serie de cuadros.

En 1908 comienza sentir que pierde la vista a causa de unas cataratas que no se operaria hasta 1923 (y de un solo ojo), y comienza de nuevo a pintar aunque fuertemente deprimido por la muerte de su segunda esposa y de su hijo, mayor, hasta que fallece en Giverny en 1926.

La obra de Monet es considerada como la máxima expresión del impresionismo elevado a sus más alta consideraciones, siempre pinta al aire libre, sin huellas de taller alguno, bajo la luz directa del sol, plasmó sus efectos sobre los objetos, sus vibraciones, por lo que su pintura resulta vital y llena de armonía. Como afirmó el propio pintor: “el motivo es para mí absolutamente secundario, lo que quiero representar es lo que existe entre el motivo y yo”.

Las obras de Claude Monet pueden verse y admirarse habitualmente en el Museo Marmottan Monet de Paris, y ocasionalmente en las exposiciones monográficas exhibidas en otras capitales.


Bibliografía

  • I.F. Walther.-“El impresionismo”. Taschen 1997
  • Sarah Belmont.-“El plein aire. La pintura en movimiento” Catálogo Exp. Monet. Madrid 2023.
  • Pierre Pinchon.-“Luchar con la luz. Monet ante el fotómetro”. Idem.
  • Paul Hayes Tucker.-“Monet en la década de 1870”. Catálogo Exposición Monet Madrid 1986
  • F. Calvo Serraller.-“La novela de Monet”. Idem.

Jesús Lobillo es doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, presidente del Ateneo Libre de Benalmádena y fue reconocido por el Ayuntamiento con Benalmadense del año 2020.

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