Muchos escudos dan pistas sobre la historia de sus territorios. Y es que, la heráldica es un pequeño tesoro artístico e histórico que ayuda a recordar quienes fuimos. Al pensar en el escudo y la bandera de Benalmádena quizás tiendas a creer que son elementos heredados del pasado con siglos de historia a sus espaldas. Sin embargo, la realidad es que tan solo acaban de cumplir 23 años de vida. Estos dos distintivos, empleados con carácter oficial para representar a nuestro municipio, fueron aprobados por la Junta de Andalucía el 30 de enero de 2001 (Decreto 18/ 2001, de 30 de enero, publicado en el Boja núm. 23, de 24 de febrero de 2001).
Su creación por parte del académico Andrés Nicás Moreno -que veló para que los nuevos símbolos se ciñesen a los criterios que fundamentan la heráldica y la vexilología-, se gestó un año antes, conforme a lo dispuesto por la Junta de Andalucía en el Decreto 14/ 1995, de 31 de enero (BOJA núm. 38, de 9 de marzo de 1995), expediente aprobado en el pleno del 25 de mayo de ese mismo año que, según ha podido comprobar Ole Benalmádena, contó con el acuerdo mayoritario de la corporación municipal.
Que su larga historia no hubiera servido para dotar de una simbología propia a Benalmádena hasta hace poco más de veinte años, no tiene que significar que nunca haya tenido escudo, ya que puede que si lo tuviera y quizás, hace tiempo que cayese en el olvido. Para descubrir la respuesta, antes de profundizar en su simbología, vamos a realizar un repaso por la historia de nuestro municipio, prestando especial atención a un fecha concreta: el 8 de noviembre de 1491, que es cuando aparece en escena nuestro primer alcalde: el ecijano Alonso Palmero.
Los Reyes Católicos le entregaron una carta de privilegios y le encargaron el cometido de repoblar Benalmádena (que por cierto, estaba totalmente destruida en aquella época). Una treintena de familias fueron las elegidas para cumplir los designios reales, y así se inició el reparto de las fanegas que formaban el municipio. De hecho, el Día de Benalmádena se celebra cada 8 de noviembre con motivo de esta efeméride. Curiosamente, Alonso Palmero era un antepasado del ‘Tío Cachorreñas’ (Sisebuto Palmero), el primero en regentar ‘El Ventorrillo de la Perra’, la que fuera una de las ventas más famosas de Andalucía a finales del siglo XVIII, pero esa es otra historia… (La historia del ‘Ventorrillo de La Perra’ de Benalmádena y sus tres siglos de solera)
Desde el siglo XIX, nuestro municipio ya tenía Ayuntamiento propio, aunque documentación institucional queda poca o nada, expoliada tras la Guerra Civil, y por ende, resulta casi imposible encontrar alguna pista sobre los modelos heráldicos o sigilográficos que en algún momento pudieron ser utilizados. No obstante, a Nicás Moreno la falta de escritos no le desmoralizó y, según él mismo menciona, lo que sí logró es localizar el sello primitivo utilizado por el Ayuntamiento de Benalmádena en 1878 gracias a la colección de improntas de sellos municipales de la provincia de Málaga, que custodia el Archivo Histórico Nacional. En total, tal y como hemos podido reproducir en la imagen que ilustra este artículo, se conservan un total de nueve sellos municipales, que se utilizaron desde el siglo XIX al XX. Los siete primeros (años 1878, 1929, 1935, 1938, 1946, 1957 y 1963) escenifican un castillo con almenabas y distinto número de homenajes y leyenda o no, según el año, y sin timbre.
Según las crónicas históricas, este castillo pudiera significar la antigua fortaleza defensiva que había en Benalmádena, en la que se refugiaban los vecinos de los ataques ya en el siglo XV (La noche que el temido pirata Dragut, protegido de Barbarroja, asaltó Benalmádena) y que, precisamente los Reyes Católicos encomendaron con insistencia reconstruir a Alonso Palmero para “defenderse de todo peligro, especialmente del que provenga del mar”, incidiendo además en la necesidad de volver a dotarlo de “sus cinco torres y sus bóvedas, y en la muralla que rodea el pueblo, levantar un torreón nuevo en el arrabal, y otra torre que salga a la sierra, como elementos defensivos que sirvan para la vigilancia de la costa”, lo que nos otorga información crucial para hacernos una idea de cómo lucía la fortaleza.
Nuestro castillo es probablemente del siglo XIII y dio cabida a una mezquita para la oración en la época musulmana. Después habría sido remodelado con el paso de los siglos para adaptarse a las necesidades e idiosincrasia de los habitantes que en cada momento histórico iban poblando Benalmádena.
Como indicaba, sí que hay constancia escrita de su reconstrucción tras la reconquista por orden explícita de los Reyes Católicos, -pues era imprescindible, al controlar el camino de Málaga a Mijas, y debido su función de vigía y guarda de la costa junto a las torres almenaras-. Muy importante debió ser nuestro castillo para sus católicas majestades, pues no pusieron tanto interés en otras fortalezas tan importantes como Osunilla, cercana a Mijas, la cual no dudaron en mandar derruir.
Pese a la inexistencia de ilustraciones históricas relativas a la fortaleza benalmadense en su momento de esplendor, en algunas crónicas sobre el estudio la defensa marítima de la costa del Reino de Granada, se sitúa su ubicación “en la parte alta del pueblo que mira a Poniente, donde se encontraba la iglesia, y era el que ofrecía la máxima seguridad para procurar salvar la vida”.
La última seña que nos queda en nuestros días de lo que fuera la fortaleza defensiva del municipio es el ‘muro’ en Benalmádena pueblo, donde se aloja la Iglesia, la Cúpula y jardines de César Manrique.
Los dos últimos modelos sigilográficos con los que ha contado cronológicamente Benalmádena (1969 y 1975) cambian de estética de forma drástica para identificarse con un escudo de cerámica, una obra del taller de A. Ruiz de Luna. En concreto, el mural fue un encargo del Ayuntamiento de Benalmádena, siendo alcalde-presidente, Jerónimo Garriga, que aprobó un presupuesto de 15.500 pesetas para la construcción del Escudo-Mural de Benalmádena y un rotulo de la Casa Consistorial a fecha de 20 de julio de 1966.
El catálogo heráldico de Benalmádena antes de la constitución de su escudo oficial, es cierto que contaba, en distintos puntos de la ciudad, con blasones municipales -todos ellos contemporáneos- en piedra, en cerámica y en forja con idéntica composición al azulejo de cerámica de 1966. Tras la ardua labor documental para elaborar el escudo oficial definitivo, que fundamentase histórica y simbólicamente la iconografía que se utilizaría para el mismo, y a merced del Decreto que recoge la normativa para la creación, modificación, rehabilitación o supresión del escudo municipal, dictada por la Junta de Andalucía, finalmente en 2001 se aprobó:
Descripción: En campo de azur (color heráldico que en pintura se representa con el azul oscuro y en el grabado por medio de líneas horizontales muy espesas), sobre ondas de azur y plata, un castillo de oro, cerrado, donjonado (que en la torre tiene torreones encima), almenado y mazonado de sable (distingue las separaciones de las piedras en negro), acompañado a diestra y siniestra por una encina de sinople, arrancada y fustada, cuyas copias están surmontadas, respectivamente, por las iniciales F e Y, de oro, en los cantones diestro y siniestro del jefe. El castillo y las encinas se hallan acamados a un macizo montañoso de su color puesto en faja. Al timbre, corona real cerrada compuesta por un círculo de oro y pedrería, con ocho florones y ocho perlas intercaladas, cerrada con ocho diademas guarnecidas, también de perlas, que convergen en un mundo de azur, con un ecuador y un semimeridiano de oro, y sumado de una cruz de oro, forrada la corona de gules.
Significado: Las letras «F» e «Y» representan el yugo y las flechas, emblema para la monarquía de Fernando e Isabel conquistadores del lugar. También es una alusión a los nombres de los dos monarcas pues el yugo, que era el emblema personal de Fernando, comenzaba con la letra «Y» y representaba a Isabel (Ysabel, en la escritura de entonces), mientras que las flechas eran la insignia de Isabel y, empezando con «F» recordaba a Fernando. El castillo representa el que tenía Benalmádena. Las ondas a la costa marítima y las encinas a la especie arbórea predominante en la zona.
La bandera de Benalmádena
Si interesante y curiosa es la historia del escudo oficial benalmadense, la de su bandera no se queda a atrás. Y es que, las referencias históricas documentales son incluso más escasas. Sí que hay mención a otros paños de carácter religioso por ejemplo, en inventarios de bienes realizados a inicios de los 90 en la parroquia de Santo Domingo y en la iglesia de la Inmaculada, pero obviamente nada tienen que ver con el símbolo del municipio.
Eso sí, en esa misma década, en concreto en el año 1984, la corporación municipal en sesión plenaria aprobó un acuerdo para instituir como colores de identificación de Benalmádena en todo tipo de manifestaciones y actos, así como en la rotulación de vehículos, uniformes, etc, la conjunción del azul y el amarillo, que, por cierto, fueron elegidos tras la realización de un encuesta “con poca participación” (todo sea dicho) realizada a través de la Gaceta Municipal. En aquel pleno, además del descontento por la mínima implicación vecinal en la elección de colores, también se echaban las manos a la cabeza por “los elevados costes económicos de su implantación por ejemplo, en los taxis”.
Al margen de las anécdotas que hemos descubierto en el proceso documentación para ofrecerles este artículo, la realidad es que este acuerdo plenario nunca llegó a cristalizarse ni se confeccionó un paño oficial para la localidad, puesto que no se llegaron a describir las distintas características a aplicar en la posible bandera. Para lo único que sirvió fue para que el Ayuntamiento comenzase a usar estos dos colores (azul y amarillo) en su logotipo.
Una vez más sin antecedentes históricos o documentales sobre la bandera, pendón o cualquier otro tipo de vexiloide en el Ayuntamiento de Benalmádena, la corporación local, tras el estudio de distintas propuestas, en 2001 decidió incorporar la siguiente:
Descripción: De endrizar rectangular, de tafetán, con una proporción de tres módulos de larga por dos de ancha (2/3), o, lo que es lo mismo, una vez y media más larga que ancha, cortada por mitad en alto, la mitad superior amarillo blando, y la mitad inferior anaranjada, que cargará íntegramente con su timbre, el escudo de Benalmádena antes descrito, ajustando el eje geométrico de éste al centro del vexilo, con una altura igual a los dos tercios del ancho de la bandera.
Significado: El amarillo blando representa al sol radiante que ha sido la base de la agricultura y es un atractivo turístico de la localidad. El naranja como referencia a la miel en el momento de su recolección (por la pedanía de Arroyo de la Miel) y a los naranjos de la localidad.