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¿Dejaron los neandertales un mensaje pintado en la Cueva del Toro hace 65.000 años?

Las pinturas de la Cueva del Toro de Benalmádena Pueblo podrían probar que los neandertales, hace 65.000 años, ya utilizaban la comunicación gráfica en nuestro municipio. Tras más de 50 años desde su descubrimiento, ahora, la Universidad de Cádiz y el Ayuntamiento de Benalmádena acuden a la llamada de auxilio de este tesoro arqueológico y a través de una investigación dentro de un proyecto más ambicioso denominado First Art, (pues precisamente buscan encontrar el primer arte), dirigido por Hipólito Collado, -en la que participan una treintena de investigadores de España, Portugal, Inglaterra, Italia, Alemania y China- convertirán nuestro yacimiento en punta de lanza en la investigación en la provincia de Málaga y de Andalucía.

Hablamos con Diego Salvador Fernández Sánchez, director de la investigación en Toro y doctor especialista en arte prehistórico, para conocer esa novedosa historia que nos podría narrar la cueva decorada benalmadense.

Más allá del famoso bóvido acéfalo (una especie de toro sin cabeza) que da nombre a la cueva, lo que realmente ha llamado la atención de los científicos son una serie de pinturas consistentes en líneas gruesas, puntos y aerografías (proyección del pigmento con los mismos aerógrafos que tenemos hoy día, obviamente no tan complejos, pero sí con el mismo sistema).

Estas muestras de pintura rupestre serían similares a las encontradas en otros emplazamientos como el yacimiento de Ardales, en el que en 2018 quedó probado, con exámenes realizados en laboratorios, que por su antigüedad hace 65.000 años, (25.000 años antes de la llegada estimada de los primeros sapiens a Europa) sus autores solo pudieron ser neandertales.

Este hallazgo es la primera prueba contundente de que los neandertales también tenían pensamiento simbólico y que este no sería algo exclusivo de nuestra especie (Homo sapiens sapiens) sino que, al contrario, habría surgido muchos miles de años antes.

Si en Toro se corrobora con cifras absolutas que se dan las condiciones de que son de autoría neandertal, sería un paso más para el cambio de paradigma en la interpretación de la pintura rupestre en Benalmádena (¿son más antiguas de lo que creíamos? si la del toro sin cabeza fue pintada por humanos modernos ¿convivieron ambos a la vez en nuestra cueva? ) y, además, pondría sobre la mesa un debate de lo más interesante: ¿serían estas pinturas una muestra del primer sistema de comunicación conocido en el mundo?

Las pruebas que realizarán en la ocupación de Benalmádena se sustentan en el método de uranio-torio (unas capas de calcio que permiten saber la época de la que provienen). En Benalmádena tenemos la fortuna de que dirija First Art, Hipólito Collado, quien también hiciera los muestreos arqueométricos en la cueva de Ardales en Málaga, en la de Maltravieso en Extremadura y en la Pasiega de Cantabria, que probaron sin duda alguna la autoría neandertal de sus artes.

Además, los investigadores, entre los que hay geólogos, se han propuesto afinar en la receta del pigmento y descubrir los ingredientes que se usaron para crearlos. Estas pinturas están realizadas con óxidos de hierro que se componen por distintos minerales y, según en qué proporción estén presentes, podrán saber su procedencia y conocer más sobre las costumbres de aquellos que los elaboraron.

Para quien piense (como lo hice yo) que pudiera tratarse de manchas de origen natural, nos aseguran que queda descartada tal posibilidad porque la diferencia tanto técnica como estilística respecto a las de aplicación antrópica es fácilmente identificable (por el ojo experto) a primera vista.

Si bien las investigaciones en la Cueva del Toro podrían cambiar nuestra historia y probar que el primer asentamiento en Benalmádena es mucho más antiguo de lo que creíamos, resulta apasionante pensar que esos trazos pudieran suponer una prueba de las señas de comunicación escrita más antiguas del mundo (quizás fuera el Ole Benalmádena prehistórico, ¡vete tú a saber!). Aquellos neandertales tenían la necesidad de que los demás entendieran lo que querían… (y se están comunicando ahora con nosotros ¡qué fuerte!)

Pero, ¿qué mensaje dejaron en la Cueva del Toro? En este punto, Fernández nos explica que existen distintas hipótesis. La interpretación completa del arte es complicada “porque es como mirar por la mirilla de la puerta de casa, desde la que solo ves una parte muy concreta de una realidad muy parcial”.

Además, solo pueden basarse en los hallazgos que se han conservado y perdurado hasta nuestros días (los adornos personales como, por ejemplo, los tatuajes o piercing, el arte en madera tallada o pieles teñidas, no han sobrevivido al transcurrir de los años). Por eso, resulta complicado dar respuesta a todas las incógnitas que nos surgen y lanzar una hipótesis firme sobre la funcionalidad que tuvo la Cueva del Toro y que mensajes esconden sus pinturas. Nos faltan datos, sobre los que aún debemos trabajar.

Incluso, muchas veces estas cuevas decoradas no tienen por qué ser de ocupación. En la de Ardales, por ejemplo, “se iba a hacer arte y otras actividades muy concretas de socialización, exogamia e intercambio de conocimientos. Era un sitio de agregación donde se unen varias bandas para un fin específico”.

En el Paleolítico las comunidades son nómadas (que no errantes) y se mueven en unos mismos yacimientos del territorio, por lo que la Cueva del Toro sería una de esas estaciones. Eso sí, con una ubicación excepcional de costa en la que encontrar alimento y adornos (como las conchas).

Pero, ¿por qué dibujaron los neandertales en estas cuevas? Hay quien cree que simplemente por gusto (“el arte por el arte”, como se suele decir), otros que es una representación mágica para favorecer la caza, y hay quien apuesta porque se trata de una especie de código, de la “escritura” más antigua que conocemos (no en el sentido de alfabeto, sino ágrafa, pero con un significado).

Esta última es la teoría que toma más fuerza en Benalmádena, donde se piensa que las pinturas más antiguas -que están a la espera de que se daten y den por firme la autoría neandertal- al igual que ocurre en Nerja o Ardales, tengan un sentido respecto a la estructuración de la cueva (si pasas por un sitio estrecho dibujas una línea como indicación, si hay una caída vertical pones unos puntos…).

También podría coincidir con la hipótesis del arte rupestre como indicador territorial, (el arte como sentido no de apropiación privada de la cueva, pero sí de la vinculación con el grupo).

La investigación que se está realizando en Benalmádena pronto nos dará algunas respuestas, aunque difícilmente descifrará esta especie de código o mensaje que dejaron en la Cueva del Toro nuestros ancestros… Como nos indica Fernández, “a modo de ejemplo básico, sería como si un romano con una cuadriga llegase hoy en día al centro de Benalmádena y le pidiésemos que descifrará las señales de tráfico. Muy probablemente no sabría interpretar ese simple STOP que para nuestra sociedad resulta tan familiar y fácilmente identificable”.

Expectantes e indescifrables, las pinturas de la Cueva del Toro son el punto de referencia para escudriñar nuestro pasado. En la profundidad de nuestra tierra están impertérritas, a la espera de que esta investigación nos revele si fuimos los primeros o si otros, miles de años antes de la llegada a Benalmádena de los primeros hombres modernos, las decoraron con una intención concreta. Sea cual sea el resultado, First Art las rescatará del olvido y las restaurará de la ignorancia de los vándalos, que las han atacado a lo largo de los años, sin darse cuenta de que estaban acallando la voz de nuestro pasado. Y lo más importante, nos permitirá contemplar, gracias a las nuevas tecnologías, esos mensajes que pudiera ser que hace 65.000 años, aquellos neardentales pintasen en la roca para comunicarse entre ellos o quizás con la eternidad.


Agradecer a Diego Salvador Fernández Sánchez, doctor especialista en arte prehistórico de la UCA, su guía y ayuda en la elaboración de este artículo.

SABER MÁS: Una investigación de la UCA en la Cueva del Toro podría cambiar la historia de Benalmádena 


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