En realidad no es un castillo, ni es demasiado antiguo, pero se ha convertido en un icono ya no solo de Benalmádena, sino de la Costa del Sol. Son pocos los que no conocen el Castillo de El Bil-Bil pues además de acoger una nutrida agenda de actividades de ocio y culturales a lo largo del año también es uno de los enclaves preferido por las parejas para darse el “sí, quiero” por su entorno arquitectónico exótico y contar con el mar como testigo inigualable. Además, ha quedado inmortalizado en multitud de películas de géneros de lo más dispares, desde acogiendo sangrientos crímenes cinematográficos hasta siendo testigo de amoríos en tiempos de guerra protagonizados en el celuloide por estrellas internacionales, tal y como pueden descubrir en nuestra sección Benalmádena plató de rodaje de Jaime Noguera.
Lo que quizás pocos saben es la historia de este emblemático edificio de nuestro municipio, la cual se remota a los años 30, cuando León y Fernanda Hermann, un matrimonio hispano-francés, decide hacerse una “casa de baños” frente al mar, en Benalmádena. Esta familia encarga el proyecto al arquitecto Enrique Atencia, que ya les había construido un casoplón en El Limonar en Málaga.
La familia Hermann quería huir de lo convencional y tenía en mente construir un inmueble que llamase la atención con un toque exótico, algo único que destacase en la costa benalmadense.
Atencia, influenciado por la arquitectura de inspiración islámica, -de moda en Europa en aquellos momentos, y uniendo estilos neo-mudéjar y neo-árabe-, realizó este peculiar proyecto, al que sus dueños pensaban llamar Ben-Hassar o Ben Azahar. El arquitecto malagueño contó con la colaboración de su amigo Antonio Santiesteban, conocido restaurador de la Alhambra de Granada, que se encargó de aportar moldes para yesos, escayolas, y decoración epigráfica, diseñó las rejas y recopiló azulejos dotando así al edificio de una decoración alhambrista.
Las obras terminaron en 1936, pero la Guerra Civil truncó los deseos de sus propietarios de disfrutar de la que estaba llamada a ser su casa, la cual nunca pudieron habitar.
El mismo año en el que se pone a la venta, el 1937, lo adquieren los Schestrom, una familia americana que nada más comprarlo realiza distintas mejoras, sobre todo en los jardines. Serán ellos quienes le den el nombre por el que hoy día todos le conocemos: El Bil-Bil, que proviene de las contracciones de sus nombres – Elsa (El), la esposa; William (Bil), el esposo y, de nuevo, William (Bil), el hijo del matrimonio-.
Esta familia disfrutó del Castillo durante tres décadas, en las que lo usaron de vivienda particular, mientras eran testigos, desde su peculiar paraíso de estilo neo mudéjar, de la rápida proliferación urbanística en torno al turismo que experimentaba la costa de Benalmádena.
En los 70 los Schestrom deciden venderlo y lo adquiere el belga Gerard Saintmoux. Poco se sabe de él, más allá de que era un prófugo de la justicia y de que, aunque emprendió varios proyectos urbanísticos en la Costa del Sol, muchos de ellos los dejó a medio acabar. Quizás con la intención de especular con los terrenos, estratégicos al estar frente al mar en un enclave en pleno auge turístico, el propietario dejó el Castillo de El Bil-Bil abandonado a su suerte e incluso lo pintó de blanco, ocultando ese ladrillo rojizo por el que siempre se había identificado, puede que para silenciar su singularidad y que pasase más desapercibido.
Cuando en Benalmádena empieza a ejecutarse la ordenación urbanística en los años 80, siendo alcalde Enrique Bolín, el documento recoge los terrenos en los que se asienta el Castillo El Bil-Bil como zona verde por lo que se pone freno a cualquier tentación de especulación con el suelo, circunstancia que pudiera ser la que propicia su rápida venta por parte de Saintmoux al Ayuntamiento.
Desde entonces, el Consistorio invirtió en distintas mejoras, entre ellas la recuperación de su cromatismo exterior, con la pretensión de darle un uso para el disfrute de la ciudadanía y que pasase de casa particular–tal y como lo fue siempre- a centro cultural.
El resultado de las distintas rehabilitaciones, promocionadas por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Benalmádena, es la visión actual que tenemos del Castillo de El Bil-Bil donde el transeúnte se lo encuentra integrado en el Paseo marítimo, en el que ocupa un lugar protagonista por su belleza y singularidad.
DATOS TÉCNICOS
- Patio con aforo máximo de 100 butacas
- Estancias con espacios expositivos de 49 metros lineales
- Piano de cola
SERVICIOS
- Información Cultural
- Información Turística
- Actos Protocolarios
- Bodas Civiles
PROGRAMACIÓN CULTURAL
- Conciertos pequeño formato
- Exposiciones
- Certámenes de Pintura
- Lecturas Literarias
PARA SABER MÁS
- Puedes consultar el Fondo Local de la Biblioteca Pública Arroyo de la Miel que atesora El Castillo de El Bil-Bil de Ángela Vázquez Romero, editado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Benalmádena. El libro también está disponible en la Biblioteca Virtual de Andalucía en formato descargable al encontrarse digitalizado.