Las obras de ampliación dique exento de Malapesquera para la estabilización de las playas de Benalmádena han provocado un revuelo en el municipio. Y es que, el sector turístico ya alerta de millonarias pérdidas económicas debido a su fecha de ejecución (desde el pasado lunes 20 de marzo al próximo mes de junio).
Con la temporada alta a la vuelta de la esquina, en la que los hoteleros y comerciantes facturan el 70% de su caja anual, estos piden su paralización hasta después del verano, y aunque el Ayuntamiento también apoya un posible cambio de fecha, el problema radica en que desde julio a diciembre, por motivos de reproducción y conservación de una especie marina denominada patella ferruginea, hay que hacer un paro biológico que imposibilita la realización de actuaciones en nuestro litoral, tal y como manifestaba ayer el subdelegado del gobierno en Málaga, Javier Salas.
Para mal de males, también hay que tener en cuenta que estos trabajos, dependientes de la Dirección de Costas del Ministerio de Transición Ecológica, son costeados por fondos europeos (los ya conocidos Next Generation) y deben ejecutarse antes de 2023 o se perderán.
La ampliación del dique exento va a permitir estabilizar y proteger las playas de Benalmádena durante un periodo de 30 años, un litoral muy castigado cada año por las consecuencias de los temporales de levante y poniente. El cambio climático tampoco ayuda y la erosión de las costas hace que cada vez haya menos espacio de arena. Pero también es cierto que el sector hotelero y comercial ha realizado un esfuerzo titánico para poder recuperarse tras la pandemia y las obras (que afectan a 500 metros de los nueve kilómetros de playa que tiene Benalmádena), aunque todos están interesados en que se hagan, no llegan en el mejor momento.
Hoy precisamente se ha celebrado una comisión informativa en la que, entre todas las fuerzas políticas, se valorado la posibilidad de una moción conjunta en la que pedirían al Gobierno central el retraso del inicio de los trabajos, a la Junta que levante la parada biológica (condición indispensable para realizar los trabajos en otoño sin incurrir en un delito medioambiental), además de reclamar a Turismo Andaluz y Turismo Costa del Sol la defensa de la imagen de marca de Benalmádena en el mercado británico, a tenor de las informaciones publicadas por algunos medios británicos, que hablan sobre un cierre generalizado de todas las playas de Benalmádena en vez de 500 metros de 9 kilómetros de playas.
Así que habrá que esperar para saber si los trabajos en el dique exento continúan en las fechas previstas, si se dejan para otro año y se pierden los fondos europeos o si la Junta accede a levantar el paro biológico de la patella ferruginea, en peligro de extinción, y las obras se retoman después de verano. Sea como fuere, a todas vistas, la alternativa que finalmente impere no satisfará a todos los implicados, lapa incluida.
Pero, ¿qué sabemos de la patella ferruginea? Es una lapa, catalogada como especie en peligro de extinción y con el mismo grado de protección que el lince ibérico. Está considerada en la actualidad como el invertebrado marino más amenazado de las costas rocosas del Mediterráneo Occidental. Se encuentra prácticamente extinguida en las costas francesas e italianas y, dentro del continente europeo, únicamente existen pequeñas poblaciones en el litoral andaluz y en enclaves muy concretos de las costas de Córcega y Cerdeña, las islas Egadi y la Toscana.
En noviembre de 2017, El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobaba un plan de recuperación y conservación de invertebrados y plantas fanerógamas del medio marino, que venía a reforzar la protección de nueve especies de moluscos, corales y flora marina, dos de ellas en peligro de extinción. Y, entre las más amenazadas de estas especies en Andalucía, se encuentra la lapa ferruginosa, que viene experimentado una fuerte regresión por la presión humana (fundamentalmente recolección para consumo y para cebo de pesca. De hecho, en 2013 desde Ecologistas en Acción se denunciaba la existencia de “una mafia asiática que está exterminando este molusco sin que nadie haga nada para evitarlo”). Este animal marino habita sobre sustratos rocosos de la franja mesolitoral, una zona marina muy accesible, lo que aumenta su vulnerabilidad, y además tiene una baja capacidad de dispersión y de adaptación a nuevos entornos.
La patella ferruginea está incluida en diversas figuras de protección de la legislación europea (Especie estrictamente protegida en el Anexo II del Convenio de Berna, Especie en peligro o amenazada dentro del Anexo II del protocolo sobre las Zonas Especialmente Protegidas y la Diversidad Biológica del Convenio de Barcelona), de Interés comunitario con protección estricta (Anexo IV de la Directiva de Hábitats). A nivel nacional desde 1999 está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, en su máxima categoría de protección, “en peligro de extinción”, y en esa misma categoría dentro del Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas. Se trata, además, de la primera especie de invertebrado marino para la que España ha elaborado una Estrategia de Conservación al estar considerada en la actualidad como el invertebrado marino más amenazado de las costas rocosas del Mediterráneo Occidental.
Así que si te topas con alguna mientras paseas por el litoral benalmadense, ni se te ocurra cogerla que como ves esta lapa es mucha lapa y las multas son estratosféricas.
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