La historia de Benalmádena se inicia hace más de 20.000 años y aún hoy se conserva la impronta de las diferentes poblaciones que ocuparon nuestro municipio. Desde diferentes cuevas ocupadas en la Prehistoria en las faldas de la Sierra de Mijas, pasando por las villas romanas de Benalroma y Torremuelle, a los vestigios que aún se conservan en el centro de Arroyo de la Miel de la época industrial, cuando fuimos a finales del siglo XVIII una importante fábrica de papel para la producción de naipes con destino a América.
De nuestro pasado, también se conservan tres torres almenaras que aún hoy nos hablan de otros tiempos, de Al-Andalus, y sobre todo, de la conquista cristiana.
Las torres vigías, en un contexto de permanente peligro proveniente del mar, funcionaron como un sistema de defensa costero y al estar situadas en puntos elevados como aún se puede comprobar, servían de vigilancia de posibles incursiones y ataques enemigos.
Al detectarse cualquier atisbo de invasión, mediante señales de humo (durante el día) y de luces provocadas por el fuego (durante la noche), podía alertarse de cualquier peligro que proviniese de la costa. El sistema de alerta y comunicación proporcionado por las torres vigías no era nuevo en aquella época pues por ejemplo, en algunos pasajes de la Biblia se hace mención a esta forma de transmitir los peligros mediante señales de humo o por medio de fogatas.
En tiempos de fenicios y cartagineses, este tipo de torres tuvieron gran relevancia. Según señala Fernández Cánovas, en su artículo Torres de vigilancia en la costa del antiguo reino de Granada (S XV-XVIII), el mismo Tito Livio, que vivió entre los años 59 y 19 A.C., al describir una de las batallas de la segunda Guerra Púnica, dice: “Los de Ceo Scipion no pudieron atacar por sorpresa a las fuerzas de Asdrubal, acampadas en la desembocadura del río Ebro, por el oportuno aviso de una de estas vigilancias”. Tito Livio indicó también: “España tiene en lugares altos emplazadas muchas torres usadas como atalayas y defensa contra ladrones”.
Este sistema de defensa fue el usado también en época musulmana, y aún hoy se conservan numerosas torres que recorren todo el litoral andaluz situadas de manera estratégica en los distintos accidentes naturales. El objetivo era formar una cadena de aviso hasta informar a la fortaleza principal y a la población de que estaba en peligro.
Tras la conquista cristiana del Reino de Granada en 1942, el sistema de vigilancia costera seguirá en uso e incluso se mejorará, y en Benalmádena además, se construyó una torre más, la de Torremuelle.
El investigador malagueño Juan Temboury, que ha sido una persona clave en la recuperación de la historia de Málaga, estudió a fondo este sistema defensivo y “cada torre, emplazada en alto, tenía tres hombres. De ellos, uno tenía la función de vigilancia de la costa, y los otros dos tenían la misión de contactar diariamente con las torres más cercanas a oriente y poniente”.
Las normas dictadas para garantizar el funcionamiento del sistema, reproducidas por Temboury en su obra Torres Almenaras, refieren curiosidades tales como que “ningún soldado que resida en las torres pueda tener libro, guitarra, perro, hurón, ni otros géneros de aparejos algunos de cazar ni pescar (…)”, o que “el que sea encontrado jugando o con mujeres en las torres atalayas, que no sean las propias, sea multado con 15 días de sueldo y si la mujer encontrada es de mala vida, sea despedido el soldado”.
¿Qué sabemos de las torres vigías de Benalmádena?
Torre Quebrada, que da nombre a toda una zona de Benalmádena, se sitúa en una elevación escarpada no lejos de la costa, con una buena visual perimetral del litoral, aunque en la actualidad se encuentre rodeada de edificaciones.
Posee una forma troncocónica, de 9 metros de altura, lo que debió permitir al vigilante un mejor control de la zona. Como el resto de torres almenaras, en su azotea debió existir una chimenea que funcionaría de alarma con fuego o humo. Sabemos que fue construida en época musulmana, aunque debido al mal estado de conservación, se reparó durante el siglo XVI en varias ocasiones.
Estas construcciones contaban con un buen sistema de protección, ya que a veces tenían que defenderse de ataques directos, por lo tanto, el acceso se elevaba unos 5 o 7 metros de altura sobre una base maciza, contando a su vez con matacanes o ladroneras verticales sobre la puerta de acceso y la saetera, que permitiesen arrojar cualquier elemento para impedir a los asaltantes escalar y acceder por los huecos.
También de construcción musulmana es Torre Bermeja, aunque fue fuertemente reparada en diferentes momentos, cuando se le añadió el característico remate de doble imposta de coronación y el revellín de la base.
Como hemos dicho, tras la conquista cristiana, estas dos torres se reparan, y además, se construyó sobre un montículo que cae sobre la playa una nueva: Torre del Muelle. Un documento de 1575 anota que se había acabado la construcción de la torre, y que su construcción había costado 500 ducados. En la actualidad, esta torre al situarse de manera predominante aún sobre el mar entre dos pequeñas ensenadas, permite comprender el dominio visual tanto de las playas de Benalmádena como de la zona costera oriental de Fuengirola.
Posiblemente en época romana hubo un pequeño muelle o fondeadero que funcionó como salida y entrada de mercancía de la Villa romana de Torremuelle, cuyos restos aparecieron a mediados del siglo XX con la construcción de la N-340.
Recientemente hemos publicado el ataque vandálico sobre la torre vigía de Torremuelle y su entorno, que han llenado de pintadas y grafitis. Al tratarse de un Bien de Interés Cultural desde 1985, legalmente cuenta con la mayor protección jurídica tanto por la Ley del Patrimonio Histórico Español, como a nivel autonómico por la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, en la que se regula el mismo inmueble como su entorno de afección. Es a través de esta ley como se regulan las intervenciones y actuaciones que se permiten o no realizar sobre la torre, siendo los especialistas de las instituciones pertinentes los que deben evaluar las necesidades específicas de cada ítem patrimonial, que es el proceso en el que actualmente se encuentran los últimos ataques a la torre vigía de Torremuelle.
De este modo, la retirada de los grafitis, tal y como ha comunicado la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, se realizará “siguiendo las indicaciones y procedimientos que marcan la legalidad, y para que la retirada de las pintadas afecte lo menos posible a las paredes de la torre debe encargarse de ello un equipo especializado en conservación y restauración arqueológica”, ya que esas pintadas se han realizado sobre unos morteros de 500 años de antigüedad.
Cualquier actuación en el propio BIC o su entorno, debe llevar aparejada unos procedimientos legales, a veces desconocidos para la ciudadanía en general y que, damos fe, porque los hemos consultado, que no son peccata minuta.
Estos Bienes de Interés Cultural, de los que en Benalmádena tenemos la suerte de poseer seis, se encuentran protegidos tanto por la legislación estatal con la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, como por la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía y cualquier infracción sobre ellos o su entorno inmediato será objeto de apertura de un expediente sancionador por parte de la Junta de Andalucía, que actuará acorde a la legislación vigente en esta materia.
Nuestras torres almenaras son en la actualidad un símbolo de identidad de las comunidades que las rodea, incluso dos de ellas han bautizado a diferentes urbanizaciones de nuestro municipio y son un hito en el paisaje costero benalmadense, además de un legado de nuestra rica historia, transmitiéndonos importante información sobre nuestro pasado, de cuando iluminaban la libertad y seguridad de nuestras costas con simples fogatas en sus terrados.
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