El 1929 fue un año especial en la historia de los Estados Unidos, especialmente sus dos últimos meses marcados por el crac financiero, la más catastrófica caída del mercado de valores en la historia de la bolsa en Estados Unidos, iniciada con el llamado “Jueves Negro” del 24 de octubre. Sin embargo, otros acontecimientos menos trágicos también son dignos de destacar, si bien con menos trascendencia. Ese mismo año, un 16 de mayo, y en un hotel de Hollywood, varios cientos de personas se reunían en lo que fue la primera ceremonia de entrega de premios de la Academia del Cine: habían nacido los Premios Óscar, quince estatuillas en aquella ocasión, que premiaban a los mejores artistas, directores y otras personalidades de la industria del cine por sus trabajos (estrenados entre 1927 y 1928).
A primera vista, la historia que proponemos no tendría mayor relevancia si no fuera porque en primera votación la primera mayoría para designar al Mejor Actor de esta primera versión fue para un perro: el famoso Rin Tin Tin, protagonista perruno de la famosa serie televisiva que los telespectadores yanquis pudieron ver entre 1954 y 1959 (con reposiciones hasta mediados de los años 80). En España pudimos seguirla a partir de 1961.
La historia de este famoso perro, un pastor alemán abandonado por las tropas alemanas en una trinchera durante la Primera Guerra Mundial, comienza cuando es adoptado por un oficial norteamericano llamado Lee Duncan, que fue quien le puso el nombre, el mismo que el de una pareja de muñecos (la muñeca Nénette y el muñeco Rintintin), hechos de lana, con los colores de la bandera francesa (azul-blanco-rojo) y de pequeño tamaño. Las chicas francesas los regalaban a los soldados durante la guerra a modo de amuleto. Cuando regresó a su casa el soldado, que era adiestrador de perros en la policía, le enseñó trucos y a saltar a gran altura. Sus habilidades llegaron hasta los estudios de cine por medio de un video que Duncan había hecho. A partir de aquí, Rin Tin Tin hizo 22 películas de mucho éxito, hasta que murió en 1932. Posteriormente otros perros, descendientes de nuestro “protagonista”, continuaron su trabajo en la serie.
Aunque ha habido otros canes, más o menos famosos, ninguno ha llegado al nivel de nuestro pastor alemán. Ejemplos como “Lassie”, una perra de raza collie, protagonista de una novela publicada en 1938 y llevada al cine en 1943 (Lassie come home) por primera vez (se hicieron otras seis películas más); o de nuevo otro pastor alemán, “Rex”, un perro detective austriaco o “Beethoven”, un San Bernardo, protagonistas en series aparecidas en la década de 1990. Y, sin agotar la lista, el perro japonés “Hachiko” quien, en la vida real, estuvo durante años esperando a su dueño que había fallecido. Su historia fue adaptada para el cine en 1987 (Hachiko Monogatari). En 2009 se hizo una versión estadounidense (Siempre a tu lado).
Sin embargo, el episodio del Óscar no se volvió a producir, y lo más cerca de que se repitiera fue en la gala de 1998 cuando el oso “Bart” (estrella de películas como The Edge, Leyendas de Pasión o El clan del oso cavernario, entre otras), presentó los nominados a mejores efectos de sonido. Por cierto, el citado oso era hijo de una osa que también apareció en varias películas (Grizzly y Day of the Animals).
Y volviendo a la primera edición de 1929, el ganador como primer actor fue para el alemán Emil Jannings, por su actuación en The Last Command y en The Way of All Flesh, ambas películas mudas. La llegada del cine sonoro le perjudicó, debido a su pésimo acento inglés. Regresó a Alemania en 1930. El premio femenino fue para la actriz Janet Gaynor: El séptimo cielo, El ángel de la calle y Amanecer. Gaynor es considerada la sucesora de Lillian Gish, y una de las mayores estrellas del cine entre finales de la época muda y el principio del cine sonoro.
Y siguen apareciendo perros, con más o menos cuota de pantalla o de protagonismo, como es el caso de “Uggie”, un terrier que aparece en la película muda The Artist, ganadora de 5 Óscar en la edición de 2011.
Puede que animales como “Lassie” o la misma mona “Chita” (la compañera de Tarzán) estuvieran entre las más grandes estrellas de su tiempo, pero ninguno de ellos logró jamás alzarse con la famosa estatuilla. Eso es lo que vulgarmente se conoce como “una vida perra”, pero nuestro Rin Tin Tin tuvo sus momentos de gloria. El último el día de su muerte, las radios locales de EEUU interrumpieron su programación para dar la triste noticia: Había muerto la mascota del 101 Regimiento de caballería y fiel compañero del cabo Rusty.
Rosa Mª Ballesteros es Historiadora y Vice-Presidenta del Ateneo Libre de Benalmádena