“Si nos quitan los huertos urbanos, nos están quitando días de vida porque es la única distracción que tenemos”. Estas son las palabras de Antonio, uno de los casi cien jubilados de Benalmádena que cada día, desde bien temprano, cuida de un huerto urbano en la zona del paraje del Arroyo del Pantano, en la zona donde se está creando el parque Al-Baytar. Esta afición no es una novedad en nuestro municipio, en el que ir de la jubilación al huerto es una tradición asentada hace casi medio siglo, que incluso pasa de padres a hijos -y de abuelos a nietos- y que se fue trasladando al extrarradio ante el crecimiento de ha ido experimentando Benalmádena.
Una tradición que este verano podría acabar y con un trágico final, quedando relegada a un recuerdo en la memoria colectiva de nuestros vecinos. Y tristemente, lo podría hacer justo cuando la regularización de esta actividad de ocio está más cerca de ser una realidad con la inclusión de los huertos en el desarrollo del proyecto del parque Al-Baytar. Encima, el adiós a estos huertos vendría asociado a unas consecuencias legales y económicas para estos abuelos, muy difíciles de afrontar.
La denuncia interpuesta por un particular al Seprona y la apertura de las consiguientes actas por vía penal con motivo del uso del agua del arroyo para el riego de los huertos urbanos, ha sumergido a estos jubilados benalmadenses en una pesadilla de la que claman despertar.
“No somos delincuentes y eso lo saben todos los alcaldes que han pasado por el Ayuntamiento en los últimos 40 años, que, sin excepción, nos han apoyado siempre y nos han animado a continuar con los huertos en la ciudad”, explica uno de los afectados, que no logra entender cómo “estamos en este problema tan gordo cuando ahí va a parar el agua que se deshecha del riego del campo de golf y no se le ha dado nunca ningún uso, desembocando en el mar”.
Precisamente, mañana se iba a debatir el asunto en el pleno municipal de julio, mediante una moción del PSOE, en la que se solicita al alcalde, Juan Antonio Lara, “una autorización en precario que permita a estos vecinos defenderse ante el Seprona”, una moción que el primer edil ha pedido dejar en mesa porque, según los socialistas, “asegura que necesita unos informes jurídicos para estudiarla”, que se están elaborando. Una postura muy criticada por el líder de la oposición, Víctor Navas, que recordó “que no ha tenido en cuenta los informes técnicos negativos para aprobar unos presupuestos irreales, declarados nulos de pleno derecho por Subdelegación del Gobierno, ni la Junta tenía constancia de que pidiera autorización para hacer el pozo del Saltillo por ejemplo, pero ahora si tiene reparos para ayudar a un grupo de personas mayores de Benalmádena a que puedan seguir manteniendo sus huertos”.
Los jubilados subrayan que ni técnicos municipales, ni nadie del gobierno local “nunca nos advirtió de que ese agua no se podía usar para el riego y de hecho, cuando empezaron con las obras del parque nos avisaron con antelación para que retiráramos las gomas del arroyo al objeto de que no se rompieran al pasar las máquinas”. Insisten en que en las reuniones mantenidas “siempre se han visto con buenos ojos los actuales huertos urbanos y ninguno de nosotros nunca ha discutido cualquier decisión adoptada por nuestros gobernantes, al contrario”. Así las cosas, no entienden la repentina falta de apoyo municipal “cuando ellos saben perfectamente con que agua regamos y nunca nos han puesto impedimento alguno, pero ni ahora, ni en todos los años que llevamos cultivando los huertos”.
En estos momentos, se enfrentan a un proceso judicial y a la posibilidad de tener que enfrentar elevadas multas, cuando en su vida han cometido un delito, sólo mantener un espacio de tierra abandonado en Benalmádena para convertirlo en un huerto, sin ánimo lucrativo, simplemente por el placer de estar en contacto con la naturaleza, de comer sano, de hacer ejercicio y por supuesto, de socializar entre ellos. Y siempre, con el beneplácito, al menos verbal, de quienes nos han gobernado.
“Le pedimos al alcalde, Juan Antonio Lara, que recapacite. Los huertos nos dan alegría, es lo que nos queda en esta última etapa de nuestra vida y ahora, sentimos incluso miedo. No somos delincuentes, somos vuestros mayores y no merecemos lo que nos está pasando”, explica emocionado uno de los afectados a este medio.
De momento, mientras se encuentran en el trance de la angustiosa espera del desenlace de la denuncia, confían en que los huertos urbanos les sobrevivan y se conviertan en un legado que regalar a futuras generaciones de una ciudad cada vez más urbanizada en el que cada dos por tres se habla de los objetivos de la Agenda 2030, del desarrollo sostenible, y en la que no se aprovechan soluciones integradoras para mejorar el entorno como son los ya existentes huertos urbanos, nacidos de la constancia, esfuerzo y cariño de nuestros mayores.