Últimamente los Plenos del Ayuntamiento de Benalmádena se parecen cada vez más a una función de circo, donde las subidas de tono son demasiado constantes. Un surrealismo absoluto donde se justifica lo injustificable.
Los concejales del PSOE en Benalmádena optaron por abandonarlo ayer con motivo de las “continuas faltas de respeto” del Gobierno local del PP, una sesión plenaria que se alargó a más de siete horas en las que el 80% del contenido eran propuestas e iniciativas de la oposición, así como preguntas de control al gobierno.
La realidad es que al alcalde, Juan Antonio Lara, pese a su cómoda mayoría absoluta, se le están acumulando los problemas en solo un año de gestión del Consistorio: un presupuesto municipal con informes negativos de Intervención y Tesorería, declarado nulo de pleno derecho por Subdelegación del Gobierno, la avalancha de críticas de la ciudadanía por la insuficiente limpieza y cúmulo de basura en plena temporada estival, continuas modificaciones presupuestarías sin que se sepa a ciencia cierta qué proyecto será el próximo al que diremos adiós, modificaciones de subvenciones por concurrencia a directas cada dos por tres o las denuncias de la oposición por los “gastos superfluos”, entre un largo etcétera.
Y esta tensión se traslada a cada Pleno que en Benalmádena ha pasado de ser un respetabilísimo órgano municipal a ser un espectáculo, donde solamente faltan las fieras, los gladiadores y los payasos.
El órgano de mayor representación política de los benalmadenses en el gobierno municipal, se convierte cada mes en el circo máximo de Benalmádena, en el que el primer edil no duda en cuestionar la capacidad de una compañera de corporación para gestionar una empresa, la primera teniente de alcalde hace encaje de bolillos y tira del diccionario para argumentar que cuando decía que el líder de la oposición está judicialmente “investigado” por un presunto delito, quería decir otra cosa, los delegados municipales se desdicen con pasmosa naturalidad del contenido de las notas de prensa que remiten a los medios de comunicación o el concejal de Deportes aprovecha cualquier moción, pregunta o ruego para decir alto y claro, -da igual de que tema se trate-, que todo es culpa del anterior alcalde, o se saca de la manga que cuando alguien critica el nuevo logotipo de la ciudad -mofa de tertulianos de todos los colores políticos en medios de comunicación nacionales- es porque posiblemente ha “sido pagado” por los zurdos… y todo esto entre un jiji y un jaja fuera de lugar en ese escenario.
El portavoz de IU-Podemos cada vez que se trata un tema relativo a un gasto presupuestario abandona la votación por temor a “verse comprometido” al estar en tela de juicio la legalidad de las cuentas municipales de este año, en un constante me pongo de pie, me vuelvo a sentar; los concejales socialistas se van directamente porque “les faltan al respeto” o el portavoz de VOX ya se plantea seriamente que la política del PP en Benalmádena “es más socialista que la del propio PSOE” y que prefiere al ex alcalde, que “al menos ahorraba y no se gastaba el dinero del contribuyente” en chuminadas o en “meter a sus amiguitos” a trabajar como cargos de confianza, -ampliados por cierto al máximo legal-, así como ve con total claridad que su partido es la “única” alternativa realmente de derechas en el municipio.
Desgraciadamente, la conversión del Pleno en circo ha llegado desde dentro, esto es, debido al mal uso desde el funcionamiento intrínseco de la sesión plenaria, especialmente cuando se falta a las normas más elementales de educación y cortesía entre los corporativos. Y mal está que ocurra, pero peor es cuando además algún miembro del Pleno tiene especial interés, tanto por activa como por pasiva, en que conste en acta el incidente con excesivo lujo de detalles, de manera que se reproduzca lo irreproducible y se transforme el Libro de Actas en un cronicón de broncas municipales, que supera los guiones televisivos de los programas rosas más salseros.
Quizás, lo peor es que aquí nadie entona el mea culpa y después, en los medios de comunicación, encima, nuestros representantes políticos vuelven a incidir en el ya manido “y tú más”, como si la ciudadanía no tuviera ya bastante con sufrir el bochorno plenario mientas los problemas del día a día, los que sufren los benalmadenses, parece ser que no son tan importantes como el montar el show. Eso sí, las firmas de banderas “con cariño” que ya llegan hasta las placas conmemorativas de edificios reinagurados tras años en activo, tenemos de sobra en Benalmádena. Y es que, ya lo dice el curioso eslogan de promoción turística de Benalmádena: ‘To live it’.