En nuestros días es difícil imaginar pasear por la Benalmádena Costa y no poder disfrutar de un buen helado artesanal, sobre todo cuando el sol aprieta en los meses de verano (porque con esa estampa inigualable de fondo y un poloflash en la mano, uno pierde todo el glamour hasta en los selfies).
Pues hubo una época, no muy lejana, en la que no había ni una sola heladería en la zona más turística de nuestro municipio (¡cómo lo oyes!).
Los benalmadenses tuvimos que esperar hasta 1986 para degustar un rico helado artesanal frente al mar. Ese año, la familia Corrales-Santos abrió las puertas de Heladería-Cafetería Antequera, que se convirtió en un oasis para vecinos y visitantes de aquella época.
Situada en la avenida de la Roca, fue la reina del helado de la costa benalmadense durante años (después empezó a llegar competencia).
En la década de 1990 este establecimiento se encontraba en plena actividad, atendido por Antonio Corrales (en la fotografía) y su esposa, Mercedes Santos, junto con varios empleados. Estuvo funcionando a manos de esta familia hasta el año 2007.
Actualmente el local sigue siendo una cafetería, pero con otros propietarios y pocos saben, que hace tan solo 37 años era la única heladería en Benalmádena Costa.
La familia Corrales-Santos abrió en 1988 otro negocio en la misma avenida: Souvenir Jessica y sigue al frente de esta tienda.
Hoy en día el negocio de las heladerías es mucho más sofisticado que hace unos años. Atrás quedaron los tiempos del helado de fresa y nata o de chocolate y vainilla. Nuevas texturas, nuevos sabores se han ido incorporando a los tradicionales hasta conformar, hoy, una oferta enormemente variada y como ejemplo tenemos la Heladería Morango de Leticia Seron en Benalmádena Pueblo. Es uno de los locales más seguidos de Tik Tok con más 400.000 seguidores y más de 12 millones de me gustas en sus vídeos (¡qué nivel, Maribel!, digo Leticia).
¿De dónde proviene el helado?
El origen de los helados es muy antiguo e incierto. Algunos sostienen que los antiguos romanos son los inventores del sorbete, para lo cual utilizaban nieve, frutas y miel (vamos que en Benalroma nuestros ancestros ya disfrutaban de sus helados en veranos frente al mar). Cuentan que el emperador Nerón hacía traer nieve de los Alpes para que le preparasen esta bebida helada (ya se sabe que Lucio Domicio Enobarbo era igual de disfrutón que sanguinario).
Los Califas de Bagdad también mezclaban la nieve con zumos de frutas en lo que ellos llamaban Sharbets. Fue Marco Polo quien los introdujo en Europa en el siglo XIII a raíz de uno de sus viajes (ahora ya sabes de dónde proviene el nombre de los populares polos de sabores).
En aquel entonces su preparación era muy complicada ya que se derretían con facilidad y no disponían de refrigeradores, por lo que sólo la nobleza podía disfrutar de los helados. Pagaban a portadores para subir a las montañas a coger nieve y las almacenaban en casa en pozos profundos que tapaban con paja.
Los helados con leche, parecidos a los que conocemos ahora, no llegaron hasta bastante después, cuando un cocinero francés que servía en la corte inglesa, mezcló zumos con leche en el siglo XVI. Tanto gustó el mejunje al Rey Carlos I que dio una recompensa al cocinero para que este producto sólo se pudiera degustar en la mesa real.
El italiano Francesco Procopio dei Coltelli (conocido como el padre del helado) inventó en 1660 una máquina que homogeneizaba el azúcar, el hielo y las frutas. Así se obtenía una crema helada similar a la que hoy conocemos.
Seis años después abrió en París el Café Procope, que se hizo famoso por su café y sus helados (vamos que se forró). Es considerada la primera heladería de la historia, en la que empezaron a prepararse los helados de vainilla y chocolate y más tarde los de crema de leche hasta llegar al helado actual.
El descubrimiento del descenso crioscópico (descenso de la temperatura de solidificación) de las soluciones con sal supuso un gran avance en esta industria. De esta manera, se podía usar un balde rodeado con una mezcla con hielo y sal y agua a muy bajas temperaturas para congelar una mezcla de leche, azúcar y crema de leche. Pero no fue hasta 1913 cuando se inventó la primera máquina continua para elaborar helados, donde un gran cilindro congelado por un potente equipo de frío equipado con unas aspas era capaz de crear la crema helada.
Como curiosidad, no fue hasta el siglo XVIII cuando las recetas de helados empezaron a incluirse en los libros de cocina.
Queremos agradecer a la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Benalmádena (ACEB) que nos haya dado acceso a las fotografías que iremos compartiendo con todos nuestros lectores/as y que pertenecen a su exposición Negocios en el Recuerdo.
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